COLUMNA INVITADA

Educación, el otro daño colateral de la pandemia

La pandemia, combinada con un grave rezago acumulado, arrojó un saldo crítico entre los estudiantes

OPINIÓN

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Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Han sido muchos los frentes que ha abierto la crisis generada por la Covid-19, no de los más preocupantes y al que habría que ponerle más cuidado es el relacionado con la educación. La encuesta del Inegi, que se publicó este martes, sobre la deserción escolar causada por la pandemia arroja cifras nada alentadoras para un país que arrastra, desde hace décadas, graves problemas educativos: 5.2 millones de estudiantes abandonaron la escuela este ciclo escolar.

La encuesta revela lo complicado que se ha vuelto para muchas familias adaptarse a las clases en línea, ya sea porque no cuentan con internet (16 millones de hogares en México no tienen conexión), no tienen los suficientes dispositivos para tomar las clases, los padres o tutores no tiene la capacidad para dar un seguimiento al aprendizaje o simplemente porque consideran que en las clases presenciales se aprende más, o mejor.

El Gobierno federal ha intentado librar el obstáculo del acceso a internet con la transmisión de clases vía las principales cadenas de televisión privada, sin embargo, la disparidad y desigualdad económica que impera en la mayoría de las familias mexicanas sigue obstaculizando el aprendizaje de los estudiantes; la falta de recursos económicos es un terrible lastre para el desarrollo de niños y jóvenes en edad escolar.

En ese sentido, para muchos, incluidos los estudiantes, consideran que el regreso a clases presenciales es urgente (64.1 % de los estudiantes encuestados están de acuerdo en volver a las aulas). La propia Unicef ha recomendado a las autoridades mexicanas a reabrir escuelas en zonas con índices bajos de contagio. Por lo pronto, Campeche será la primera entidad en la que los estudiantes regresen de manera presencial a las escuelas, esto una vez que concluyan las vacaciones de Semana Santa.

La gran pregunta aquí es, ¿y qué pasará con los desertores? ¿Tendrá el gobierno un plan para reinsertarlos en la escuela? ¿Existe una estrategia para apoyar a aquellas familias golpeadas por la crisis para que sus hijos puedan regresar a estudiar? ¿Qué va a pasar con esos 5.2 millones de niños, niñas, jóvenes que, por ahora, perderán un ciclo escolar?

El problema no es menor, sobre todo en un país con profundos rezagos educativos y que se encuentra a años de luz de naciones cuyos sistemas de educación son modelos a seguir en todo el mundo. A México le costó décadas avanzar en la alfabetización de su población y lograr que la mayor parte de su gente tuviera acceso a la educación. Y si bien, este tema sigue siendo uno de nuestros tantos talones de Aquiles, parece ser que la pandemia vino a empeorarlo, como ha sucedido con otras cosas.

Considero que estas lamentables cifras de abandono escolar deben hacer eco en la estrategia de vacunación del Gobierno federal: la inoculación de docentes tanto del sector público como del privado debería convertirse también en prioridad, dada la crisis que estamos viviendo y que el Inegi acaba de evidenciar. El regreso a clases presenciales puede ser la tabla de salvación para muchos estudiantes que hoy se han visto imposibilitados de continuar con su formación académica. Si no se valora la gravedad de este problema, muchas niñas, niños y jóvenes habrán perdido no solo un año escolar, sino quizá la posibilidad de terminar sus estudios.

Por JAVIER GARCÍA BEJOS
@JGARCIABEJOS 

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