COLUMNA INVITADA

Polémica en la Iglesia norteamericana

El Presidente de la Conferencia Episcopal Norteamericana Monseñor José Gómez, nombró un grupo de trabajo que preparara las gestiones con la nueva administración

OPINIÓN

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Paz Fernández Cueto/ Colaboradora/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Apenas inaugurada la Presidencia de Joe Biden, segundo presidente católico de los Estados Unidos, surgió un escándalo provocado por la incongruencia del mandatario. El mismo Joe Biden que había recibido la comunión antes de tomar posesión de su cargo, quien había declarado públicamente que la Iglesia ha sido un respaldo fundamental en los momentos difíciles, quien durante su campaña citó frecuentemente al Papa Francisco alardeando de religiosidad, quien iba frecuentemente a Misa y presumía su rosario,es ahora quien públicamente contradice sus propias creencias confrontando la doctrina de la Iglesia. Apenas dos días en la Casa Blanca cuando ya había anunciado su intención de convertir en ley la sentencia Roe vs Wade del Tribunal Supremo, sentencia que en 1973 legalizó el aborto en los Estados Unidos.

En noviembre pasado durante su última reunión, los obispos norteamericanos preveían que la elección de Biden y sus políticas impregnadas de ideología de género, los pondría en situación difícil en temas relacionadas con la vida, la familia y la dignidad de la vida humana. Por un lado Biden se ostentaba católico y por otra, parecía no estar consciente del riesgo que suponía para la libertad religiosa de las instituciones católicas y el derecho a la libertad de consciencia, la imposición de políticas públicas que las contradicen. Durante su gestión en el Senado,Biden se había convertido en defensor acérrimo del aborto, asumiendo las posturas más radicales de Planned Parenthood,la multinacional del aborto que financiara su campaña con un potencial económico manchado de sangre.

Ante este panorama, el Presidente de la Conferencia Episcopal Norteamericana Monseñor José Gómez, nombró un grupo de trabajo que preparara las gestiones con la nueva administración. Se propusieron dos iniciativas: la primera, una carta de Monseñor Gómez escrita como pastor,ofreciendo al presidente el todo el apoyo en los puntos de acuerdo y señalando al mismo tiempo las políticas que violan la dignidad de la vida humana, con la petición de reconsiderar sus posiciones. La segunda una declaración de la Conferencia sobre la congruencia eucarística de la Iglesia.  

Con gran valentía Monseñor Gómez,resistiendo a las presiones del Cardenal Blase Cupch de Chicago y del Cardenal Joseph Tobin de Newark, envió un comunicado al nuevo mandatario que, al tiempo que lo felicitaba y ofrecían todo su apoyo en temas de interés común como es la justicia social y la defensa de los derechos humanos, le hacen saber que la Iglesia se mantendrá firme en la defensa de la vida ante la nueva ofensiva abortista, apelando a su conciencia de creyente. La carta del arzobispo Gómez se publicó poco después que el mandatario acabara su discurso de investidura. Fue una declaración pastoral y mesurada, su tono era cálido y respetuoso, de ningún modo pretendía ser un manifiesto político, simplemente le ofreció todo su apoyo manifestándole su preocupación en “una época de creciente y agresivo secularismo en la cultura estadounidense". Celebraba el llamado a la reconciliación y unidad nacional, su política de inmigración, la lucha contra el racismo, la reforma de la justicia penal y el empoderamiento de los pobres, señalando al mismo tiempo que la defensa de la vida es también cuestión de justicia social, y que las tasas de aborto son más altas entre los pobres, las minorías y niños con discapacidad.

La polémica desproporcionada que suscitó el comunicado subrayó una vez más el criterio firme, claro y seguro de la Iglesia acerca de la "prioridad preeminente" de la defensa de la vida sin excepción, principios no negociables de los cuales, la Iglesia es solamente custodia.  El arzobispo Gómez no actuó de ninguna manera independiente de la conferencia episcopal, fue el consenso del grupo de trabajo de los obispos designados en noviembre.

Lo que sí es inédito, como señaló el arzobispo Gómez en su declaración, es la situación de un presidente de Estados Unidos que profesa un catolicismo devoto y sincero y que, sin embargo, se compromete públicamente a facilitar graves males morales.

 

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
COLABORADORA
PAZ@FERNÁNDEZCUETO.COM