INSEGURIDAD

Se confirma, encierro mejora percepción de inseguridad

Lo anterior deriva del análisis de la percepción de inseguridad registrada durante el primer trimestre del 2020 comparada con la del tercero

OPINIÓN

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Facundo Rosas/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La más reciente entrega de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI, que registra la percepción de inseguridad en 83 ciudades del país (municipios o alcaldías), confirma que el hecho de permanecer encerrados en casa a causa del coronavirus provoca que las personas se sientan menos inseguras.

Lo anterior deriva del análisis de la percepción de inseguridad registrada durante el primer trimestre del 2020 comparada con la del tercero, que incluye los meses de mayor confinamiento por la pandemia (abril y mayo), al pasar de 73.4% a 67.8%, un descenso estadísticamente significativo del 5.6%. El encierro fue tal que la ENSU del segundo trimestre fue suspendida y se volvió a levantar hasta el tercero (julio-septiembre).

Para el cuarto trimestre del 2020 (octubre-diciembre) la percepción de inseguridad en las ciudades más pobladas del país se mantuvo prácticamente sin variación, al pasar de 67.8% en el tercer trimestre a 68.1% en el cuarto, es decir un 0.3% que resulta estadísticamente no significativo. El marginal incremento de los últimos tres meses del año pasado se debió a la apertura temporal de las actividades no esenciales, sin que el cierre de las últimas semanas del 2020 en el Valle de México y los estados de Baja California, Morelos, Puebla y Guanajuato haya logrado modificar los resultados. 

Lo que seguramente impactará positivamente en la percepción de inseguridad es el retorno al semáforo rojo de 10 entidades federativas a partir del 15 de enero del 2021 que significa que los ciudadanos volvieron a confinarse y la movilidad reducirse a su mínima expresión, con la consecuente disminución de los delitos patrimoniales.

Las cifras antes descritas indican que mientras no seamos víctimas o testigos de delitos como el robo en sus diversas modalidades, tendremos la sensación de que las cosas van mejorando pero no porque la autoridad este realizando su trabajo correctamente, sino porque nos mantenemos relativamente alejados de la actividad delictiva por el virus.

Lo difícil vendrá cuando haya que volver a salir a las calles para acudir al trabajo no esencial y a las escuelas, cuando se tengan que dejar las casas y comenzar a  abrir los negocios que hayan sobrevivido a la pandemia

Por lo pronto la evidencia empírica permite distinguir que entre la incidencia delictiva y la percepción existe una correlación positiva, es decir si una disminuye la otra también y viceversa, el reto será lograr una disminución sin la ayuda del coronavirus.

Sin embargo y pese a la existencia de múltiples evidencias las autoridades jamás reconocerán que esta fue la razón de la disminución de los delitos, como sucedió el miércoles en Palacio Nacional durante la conferencia “mañanera” cuando se presumió que a excepción del feminicidio y la violencia familiar, todos los demás delitos bajaron, sin reparar en que para lograr este eventual avance tuvo que sacrificar la economía, cuya disminución rondará el 9% en 2020 respecto de 2019.

De hecho hay entidades como Puebla donde la actividad económica disminuyó 29.4% en 2020 pero celebran que los delitos totales hayan bajado 17%. Habrá que recordarles que entre 2012 y 2013 el descenso en la incidencia delictiva fue del 29%, pero sin sacrificar la actividad económica; cuestión de revisar la historia. En este sentido, otra correlación positiva que nos deja 2020 es la referente al crecimiento del PIB y la percepción de inseguridad, ya que ambos indicadores disminuyeron, solo que en el caso del primero un valor menor es peor, mientras que en el segundo menor es mejor.

Lo único cierto hasta ahora es que si el coronavirus obliga a que las personas se confinen, la movilidad disminuya y las actividades no esenciales se apaguen, la incidencia delictiva y la percepción de inseguridad bajarán a niveles nunca antes vistos. El prietito en el arroz es que a la par la economía también disminuirá, con todo lo que ello implica. Ojalá que cuando los motores de la economía se vuelvan a encender en su totalidad aún existan fuentes de empleo sobrevivientes, porque lo más seguro es que las actividades delictivas no se extinguirán ni con todas las vacunas.

 

POR FACUNDO ROSAS
EXCOMISIONADO DE LA POLICÍA FEDERAL