Durante casi 30 años estuvo al frente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos un auténtico tiranosaurio rex. Se llamaba Basilio González Núñez. Llegó con Carlos Salinas en 1991 y se mantuvo ahí hasta que el actual gobierno decidió mandarlo a su casa.
Este funcionario, que percibía un ingreso mensual de 173 mil pesos, repitió durante años los mismos argumentos, supuestamente técnicos pero cargados de su ideología: que era imposible promover una recuperación significativa del salario en México sin antes incrementar la productividad porque hacerlo elevaría la inflación y generaría desempleo.
Transcribo, a continuación, fragmentos de una entrevista que el Fidel Velázquez de los salarios mínimos en México dio en enero de 2013:
“Si los incrementos de precios no están sustentados en productividad le pegarían a la inflación y se iniciaría un proceso hiperinflacionario que no se podría contener…”
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“…No se pueden aumentar los salarios al antojo de nadie, y no lo puede hacer ningún gobernante, independientemente de su ideología. No lo puede hacer, si se pudiera hacer ya lo habrían hecho varios”.
“No depende de la voluntad simplemente, se tiene que ver lo que está pasando en la economía porque si comienzan a fijar fuera de las reglas de la economía lo que van a generar es la hiperinflación que ya tuvimos en años pasados”.
Vaya que en este terreno han cambiado las cosas. En lo que va de este gobierno el aumento del salario mínimo en términos reales ha superado el 50%, sin que se haya generado por ello ni una inflacioncita. Los argumentos de Basilio eran mentiras flagrantes para justificar una política salarial criminal.
Aún para el próximo año el incremento del 15% —después de aumentar 16 y 20% respectivamente en los años previos— es de destacar: por primera vez en medio de una crisis no son los trabajadores quienes pagan con el costo de la misma.
En contraste a lo que teníamos, hoy al frente de la Conasami está un joven economista, de izquierda y de sólido perfil técnico, que ha sido capaz de contestar con números a los dogmas sostenidos por quienes durante años se opusieron a los incrementos salariales.
En medio de la crisis, la lógica de la medida —ha explicado— es continuar promoviendo aumentos al salario mínimo como forma de incrementar el consumo de los trabajadores en una lógica contra cíclica que busca contribuir a la recuperación económica.
Los efectos en el incremento del salario mínimo pudieron observarse antes de iniciar la pandemia: más de 4 millones salieron de la pobreza, el 10% más pobre de la población incrementó sus ingresos en 24% y en la frontera norte, donde el salario se duplicó, fue del 75%.
Queda un largo camino por recorrer para tener un salario mínimo decente en México, pero el cambio de paradigma en la política salarial de la 4T podría tener efectos importantes en los próximos años.
POR HERNÁN GÓMEZ BRUERA
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