COLUMNA INVITADA

4 años en la hamaca

Su obra, según se desprende sus propias palabras, está terminada. 97 de 100 compromisos, cumplidos. Nada menos. Y lo mejor de todo es que “ya no hay impunidad para nadie”. Nunca ningún país había alcanzado condición tan envidiable

OPINIÓN

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Fernando Herrera/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Se puede, como se prometió, descentralizar la administración pública? Cuando eso se anunció  íbamos a crecer al cuatro por ciento al año en promedio, pero ahora cerraremos el año con una caída de menos nueve por ciento. Digo, seamos realistas.

¿La Secretaría de Desarrollo Social en Oaxaca? ¿Función Pública en Querétaro? ¿Trabajo en León, Guanajuato? Ni pensarlo.

Entonces, ¿qué le queda al presidente? Muy fácil, echarse cuatro años en una hamaca, como la que les ofreció a ciertos directores de dos periódicos.

Su legado ya está para ocupar un lugar por encima de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. Ninguno de ellos logró una hazaña como la suya. Con su modestia acostumbrada lo dijo así: “De 100 compromisos presentados hace dos años en el Zócalo hemos cumplido 97, sólo están pendientes o en proceso tres: descentralizar el gobierno federal, impulsar el desarrollo de fuentes de energías renovables mediante la rehabilitación de las hidroeléctricas y conocer la verdad acerca de la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa. En eso estamos”.

Si para todo mundo está claro que es poco realista exigirle al Presidente la descentralización de la administración púbica, entonces ya no hay nada que exigirle. Su obra, según se desprende sus propias palabras, está terminada. 97 de 100 compromisos, cumplidos. Nada menos. Y lo mejor de todo es que “ya no hay impunidad para nadie”. Nunca ningún país había alcanzado condición tan envidiable. El imperio de la ley por todos los rincones del país. Ningún delito queda impune. Ma-ra-vi-llo-so.

Es hora de echarse a la hamaca durante cuatro años. Pero como es muy activo, quizá sus sesudos asesores ya le estén armando una gira, digamos, por las 140 universidades públicas creadas en, sí, en dos años. Un prodigio. ¿Se imaginan al Presidente paseando por los verdes y arbolados campus? ¿Visitando los laboratorios de investigación repletos de computadoras cuánticas, de esas que no tienen ni Microsoft ni Google? ¿Se lo imaginan, a él que le gusta tanto presumir de lecturas, en una de las inmensas bibliotecas de alguna de esas universidades?  ¿Se lo imagina llegando en un Tsuru a alguno de los estacionamientos para visitantes? Ok. Que sea en Suburban.

Si no hace cosas así, ¡qué aburrida será la vida presidencial los próximos cuatro años! Hasta que el pueblo vaya arrodillado a pedirle, como a Santa Anna, que se quede en el poder. Y cómo no agradecerle si, como nos dijo, con la Guardia Nacional se estableció la paz de la República.  150 mil elementos desplegados en 266 coordinaciones regionales en los 32 estados de la República, con 173 cuarteles. Y todo fue idea suya, de nadie más. Es su mérito. Nadie nunca había pensando en una Guardia Nacional.

De los pendientes, las energías limpias seguramente emergerán en algún momento y sus sabuesos le entregarán buenas cuentas sobre los desaparecidos de Ayotzinapa, una vez que ya enterraron la verdad histórica. Entonces, ¿qué hace un presidente que ha cumplido con todo?

POR FERNANDO HERRERA ÁVILA
VOCERO DEL PAN
@FHERRERAAVILA