MALOS MODOS

Línea de fuego, de Pérez-Reverte

La última novela de Arturo Pérez-Reverte, ambientada ahí, en la batalla del Ebro, es, en primer lugar, eso: un retrato o más bien una recreación de sus actores, los soldados de a pie.

OPINIÓN

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Julio Patán/ Malos modos/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La batalla del Ebro es la que, por sí sola, más nos dice de la Guerra Civil Española.

Lo dice, porque en ella chocaron los dos bandos con el que fue un rasgo distintivo de esa guerra: la sinrazón estratégica. Cuando terminó la masacre, hacía muchas semanas que no tenía sentido práctico alguno seguir en ese empeño.Pura obcecación; puro orgullo torero, al precio de 20 mil muertos. 

Lo es por la violencia con que se aplicaron unos y otros: la violencia en el campo de batalla, en la purga y en el asesinato de prisioneros.

Y lo es, sobre todo, porque en ella participaron todas las facciones que intervinieron en esa guerra con mil caras y mil aparatos ideológicos.

La última novela de Arturo Pérez-Reverte, ambientada ahí, en la batalla del Ebro, es, en primer lugar, eso: un retrato o más bien una recreación de sus actores, los soldados de a pie. Esa característica convierte a Línea de fuego, de entrada, en una novela muy de su autor, en cuya obra (piensen en la serie de Alatriste, piensen en El Húsar) abundan esos personajes: gente humilde, arrastrada a la guerra a veces por las ideas, pero más a menudo por la necesidad o la obligación. Y gente compleja, es decir, verosímil. Línea de fuego es un mosaico: la protagonizan comunistas duras y duros, comisarios políticos, asesores soviéticos, requetés, falangistas, legionarios… ¿Buenos? ¿Malos? Buenos o malos según el momento: se permiten la solidaridad y la crueldad, la comprensión y la intransigencia, la valentía y la cobardía. Tonos de gris, que les llaman.

No menos revertiana es la cercanía con que se narra la guerra: las trincheras suenan, huelen, saben. ¿Novela de corresponsal? Sin duda. Es sabido Pérez-Reverte lo fue durante muchos años y que conoce la guerra de primera mano. Pero muchos viven la guerra y ningún otro la cuenta así. Y es que Línea… es literatura bélica en plenitud de forma, con ese contrapunteo entre la épica y la anti épica que te encuentras en Vida y destino de Vasily Grossman, en Guerra y paz, o en nuestra literatura de la Revolución. La última parte de la novela, en la que los protagonistas hacen la embestida final contra la posición que han  intentado ocupar durante todo el libro, es vértigo puro.

Línea de fuego ha provocado una polémica que no sorprende, porque los atavismos ideológicos no tienen caducidad, pero que debería estar superada, a 81 años. ¿Polémica entre quiénes? Entre Pérez-Reverte y los tantísimos hijos de la eterna militancia, de un bando y el otro. Ese acercamiento comprensivo y empático al español de a pie no dejó contentos a lo que creen que cuando de la Guerra Civil se habla, hay que tomar partido a gritos, como en un partido de futbol. Eso, sobra decirlo, no hace ni buena Historia ni, sobre todo, buena literatura, que es la batalla elegida por Pérez-Reverte.

POR JULIO PATÁN
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