COLUMNA INVITADA

Permanencia voluntaria

Ya hemos perdido la cuenta de asesinatos y secuestros, de asaltos y atracos, de ajustes de cuentas y de peleas sin sentido

OPINIÓN

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Javier Garcia Bejos / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Hace algunos años los cines tenían la modalidad de “permanencia voluntaria”, que no era otra cosa sino la posibilidad de permanecer en el cine función tras función. La oferta era, sin duda, socorrida por los amantes del cine, que no dudaban en aprovechar la rentable modalidad. Los expertos del cine hacían propio el espacio y entonces el boleto de ingreso se convertía en un pasaporte para estar ahí el tiempo que quisieran.

Presenciar el espectáculo era deseo y decisión de cada uno. De repente, me parece que, sin proponérnoslo, sin desearlo ni buscarlo, los ciudadanos estamos atados a una eterna función que se ha convertido en el drama más grande de nuestros tiempos: la violencia convertida en protagonista del día a día. No podemos rehuir ni podemos dar vuelta, simplemente estamos amarrados a la butaca y de ahí tenemos que soportar el triste devenir de nuestros días en un México lacerado por un mal que se ha enquistado como forma de vida en nuestra sociedad.

Ya hemos perdido la cuenta de asesinatos y secuestros, de asaltos y atracos, de ajustes de cuentas y de peleas sin sentido, de brutales feminicidios y lamentables actuaciones de las autoridades que lejos de estar de lado de la sociedad, se han convertido en una suerte de espectadores y garantes de la impunidad. Los ciudadanos somos simples testigos de una nueva normalidad en la que las masacres, desapariciones y muertos se confunden con el paisaje de lo cotidiano, donde no hay culpables, donde siempre hay rumores, donde la justificación “andaba en malos pasos” o “trabajaba con los malos” justifican la repentina ausencia de hombres y mujeres por todo el país.

Esta violenta normalidad es parte ahora de la educación colectiva de nuestros hijos, quienes tienen que aprender a lidiar con el miedo y a “ponerse vivos” porque así están las cosas. Las calles que antes eran escenario de patinetas, bicicletas y partidos de fútbol, han sido tomadas por esta nueva realidad en donde lo único que garantiza la subsistencia es tener la barda más alta. La permanencia voluntaria en la función de la violencia que azota al país no puede convertirse en una forma de vida ni en una costumbre o en parte de ningún pacto social.

Ya es tiempo de abandonar el reproche hacia la autoridad y empezar a encontrar las causas de la descomposición del tejido social; trabajar desde nuestras trincheras y comunidades para reconquistar espacios y volver a entender la libertad sin recovecos, sin miedos, sin negociaciones ni derechos de piso; con culpables castigados e inocentes protegidos, con un futuro en el que prive lo valioso de vivir en paz, dando la espalda de una buena vez a esta realidad que nos está arrebatando la sonrisa, la paz y la calma.

Las recientes escenas en Cancún, el aniversario de la masacre contra los Lebaron, los miles de asesinados este año, aquellos a quienes les han quitado la vida por un celular, una cartera o un vehículo, todos tenemos la obligación de levantarnos de la butaca y salir de esta función a la que hay que poner fin entre todos.

POR JAVIER GARCÍA BEJOS
COLABORADOR
@JGARCIABEJOS