Los problemas de dinero siempre acaban mal. En ese sentido, pareciera que nuestro país entrará en un escenario en el que el ejercicio presupuestal del 2021 será un germen de inestabilidad y ruptura. La estrategia del Gobierno Federal abandona la tradicional posición en la que los gobernadores tenían ciertos márgenes de maniobra, ello, con el afán de seguir el mandato presidencial de austeridad, que, frente al escenario poco optimista de 2021, no es en lo absoluto una medida que abone a la ya complicada situación económica del país.
La continuación de la pandemia, la previsible desaceleración de actividades para el resto e inicio del siguiente año, el resultado de la elección en Estados Unidos y los múltiples frentes de batalla entre el gobierno y la iniciativa privada, dan señales inequívocas de que la recuperación de la economía mexicana será lenta.
Te podría interesar
El presupuesto de Egresos no incluye medidas contracíclicas para la economía, a pesar de que la crisis sanitaria ha significado -y seguirá significando- un alto gasto en materia de salud pública. Esta realidad ha empujado a que diez gobiernos estatales inicien una cruzada por recursos fiscales, y ahora siguiendo la propia sugerencia del presidente López Obrador, recurriendo a una consulta popular.
La amenaza de ruptura del Pacto Federal es sólo una muestra del insuficiente diálogo que existe entre los distintos órdenes de gobierno, y es una afrenta confusa, engañosa y peligrosa en medio, además, de un proceso electoral profundamente complejo. La histórica dependencia de estados y municipios sobre los recursos federales tiene como origen la propia incapacidad de las autoridades locales para cobrar impuestos.
Son pocos los municipios y gobiernos estatales que tienen capacidades administrativas idóneas, lo que se refleja en bajos niveles de servicios prestados a los ciudadanos. Los argumentos de los gobernadores aliancistas, además, poseen un sentimiento regionalista que lastima a la unidad del país; los estados más prósperos efectivamente deben ayudar al desarrollo equilibrado de la nación, como una obligación de prosperidad compartida en la que los mexicanos siempre hemos creído y que nos ha mantenido unidos a lo largo de más de doscientos años.
El desafío de los gobernadores es una desafortunada manera de ilustrar los tiempos que vive el país. La extrema polarización impide que se encaren con una unidad los retos que ya enfrentamos y los que están por venir; atacar mejor la pandemia, que ha costado la vida a casi 100 mil mexicanos, y rescatar nuestra economía, que lanzará a la pobreza a más de 10 millones de connacionales. Construir una salida depende de algo que se ha perdido entre la clase política mexicana y que suele resolver problemas con facilidad: generosidad y diálogo por sobre todas las cosas.
POR JAVIER GARCÍA BEJOS
COLABORADOR
@JGARCIABEJOS