Y el PRI no estaba tan mal de salud: ganó en Hidalgo y Coahuila. ¿De qué nos hablan esas victorias? Sin duda, de la naturaleza del tricolor. Luego de robarse hasta las lámparas en el sexenio anterior, de regalarle un carro completérrimo al presidente Andrés Manuel López Obrador y de aparecer reiteradamente, en las cámaras o ante las cámaras, como quien está a minutos de morir de peste negra o alguna epidemia parecida, nos recuerda que, cuando menos, algo de su pragmatismo y de su saber hacer, en los términos más cínicos si quieren, sigue ahí, y por supuesto que tiene aún sus lealtades.
Pero creo que de lo que nos hablan esas dos victorias es, más que nada, del oficialismo. Nos habla de su tendencia, comprensible, aunque no justificable, a la autoexculpación. Me refiero aquí al oficialismo mesurado, el que es capaz de alguna autocrítica, no del talibán.
¿Han notado cómo se prodigan por ahí en tuits del tipo “No hay oposición” o incluso, con esas palabras u otras, “La oposición está moralmente derrotada”? En el fondo, lo que nos dicen esos tuits es: “Está pinche, pero a fin de cuentas no metí la pata con mi voto: no había alternativa”.
La verdad es que sí la metieron. Podemos criticar un puñado grande de cosas a las administraciones panistas, por ejemplo, su estrategia de seguridad, para no hablar del PRI, con esa corrupción obscena. Pero no podemos olvidar que, muerto a muerto, la
estrategia de seguridad en la actual administración es, en el mejor de los escenarios, igual de fallida que en las anteriores (una masacre con abrazos no balazos es todavía una masacre, sobre todo cuando no hay abrazos para las víctimas), mientras que la corrupción, en la 4T, ya asomó las narices.
Te podría interesar
Por lo demás, cada número, cada evidencia habla de un fracaso inédito: la concentración del poder, la bancarrota energética, el quemón cotidiano con la inversión extranjera, la militarización, el slalom del Producto Interno Bruto hasta récords negativos, la negligencia con la pandemia, el desmantelamiento del aparato cultural, el desabasto de medicinas: nada de esto lo habíamos visto, no en una proporción siquiera parecida.
Luego, nos habla de una estrategia muy de los autoritarismos en ciernes: desincentivar el voto opositor por la vía de declarar muerta a la oposición una y otra vez, en una ofensiva propagandística que nunca para.
Y pues no, no es que el PRI ande muy sobrado de liderazgos que digamos, para no hablar del PAN con Marko Cortés o Ricardo Anaya, que no son exactamente los Churchill de la derecha mexicana. Así y todo, recordemos también que Acción Nacional, la última vez que le entró a unas elecciones, ganó bastantes posiciones, así como las perdió Morena.
Para citar a los comentaristas de boxeo de los sábados, “hay tiro”.
Hay pelea, sí, en camino hacia 2021. ¿Que qué horror que haya venido el PRI a recordárnoslo? Sin duda. Esa es la medida de nuestro deterioro.
POR JULIO PATÁN
JULIOPATAN0909@GMAIL.COM
@JULIOPATAN09