DONALD TRUMP

Geopolítica en esteroides

Los Estados Unidos definieron por décadas los marcos del juego político y económico mundial, pero tras la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética comenzaron un paulatino retiro de la esfera internacional

OPINIÓN

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José Carreño Figueras/ Desde Afuera/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

La naturaleza y la política aborrecen los vacíos y por tanto sería difícil extrañarse de la actual situación internacional, tan llena de conflictos y tan inestable como la Europa del siglo XIX con sus juegos geopolíticos.

Pero la geopolítica está ahora en esteroides y abarca el planeta.

Los Estados Unidos definieron por décadas los marcos del juego político y económico mundial, pero tras la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética comenzaron un paulatino retiro de la esfera internacional.

Eso se tradujo en el surgimiento de potencias regionales, que según la esperanza serían los factores de estabilidad en sus áreas de influencia, en alianza con el hegemón

Pero la retirada se precipitó con la llegada de Donald Trump al poder y provocó los vacíos que ahora otros tratan de llenar.

Y ahora hay además potencias que no tienen el tamaño para desafiar a los Estados Unidos alrededor del mundo pero si la fuerza para hacerlo en su cercanía.

La necesidad de asegurar su entorno ha llevado a China a choques fronterizos armados con la India, otra potencia en surgimiento; roces diplomáticos con trasfondos militares con países como Vietnam y Filipinas; confrontaciones diplomáticas, políticas y/o comerciales con Australia, Japón y Corea del Sur, y un reclamo creciente sobre la soberanía en Taiwán, una isla que hace más de 50 años se considera como independiente con el respaldo militar de los Estados Unidos.

El retiro estadounidense tuvo también impacto en Asia menor y la región del Cáucaso, donde potencias con intereses regionales como Irán y Arabia Saudita tratan de asegurar esferas de influencia que se sobreponen, en un juego geopolítico teñido además por diferencias religiosas.

La religión y la historia tienen también que ver en las pretensiones turcas de asegurar su propia situación en una región donde por un lado se presenta como un gobierno musulmán moderado y progresista, pero al mismo tiempo trata de asegurar su prominencia con alianzas que van del Golfo Pérsico en alianza con Qatar, al Mar Caspio, donde su aliado Azerbaiyán está en un conflicto bélico con Armenia; su "frontera azul" en el Mediterráneo Oriental hasta llegar a Libia, donde  apoya militarmente al gobierno del Acuerdo Nacional, reconocido por las Naciones Unidas.

Rusia, por su parte, mantiene su histórica gesta por la seguridad fronteriza, especialmente en los países que fueron antes parte de la Unión Soviética y en los que por ahora respalda a dictadores nostálgicos, como el bielorruso Alexander Lukashenko en Europa Oriental, presiona a Ucrania y reclama el papel de mediador en los problemas del Cáucaso.

China, Rusia y Turquía son tres de los principales jugadores en el nuevo tablero, aunque no los únicos y de hecho India, Japón, Corea del Sur, Australia, Irán, Arabia Saudita, la Unión Europea, Israel, Pakistán  tienen algo que ganar o que no desean perder. Para estar en el partido deben llenar los vacíos que dejaron los Estados Unidos y quien sabe si los podrán recuperar.

 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1