En su toma de posesión, el 1 de diciembre pasado, Miguel Ángel Yunes Linares anunció una cruzada contra la corrupción y, de facto, una cacería contra Javier Duarte. La seguridad, tema muy sensible para los veracruzanos, pasó a segundo plano en su discurso y cinco meses después su entidad está sumida en una ola de violencia. Secuestros y homicidios están imparables.
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y reportes de inteligencia, en el primer cuatrimestre de Yunes se registraron 591 homicidios dolosos, de los cuales el 73% corresponde a ejecuciones.
Esos delitos, junto con el secuestro, asaltos con violencia, riñas y feminicidios, colocan a Veracruz entre los primeros cinco estados con mayores índices de violencia e inseguridad del país.
La mayoría de los delitos están directa o indirectamente vinculados con el crimen organizado y el grado de violencia es cada vez mayor.
Reportes de inteligencia, advierten que los asesinatos podrían atribuirse a dos factores, por un lado a la descentralización de la estrategia de seguridad, que en su momento encabezaron fuerzas federales, y a la desinstalación de retenes fijos y móviles en puntos estratégicos.
La estadística no miente: en el primer mes de Yunes se habían presentado sólo 58 homicidios dolosos en los 212 municipios del estado; para marzo de 2017, 96 municipios reportaron al menos uno. La mayoría se concentró en ciudades como Coatzacoalcos, Córdoba, Veracruz, Boca del Río y Poza Rica, entre otras.
Un denominador común es que muchos de esos delitos están aparentemente vinculados con ajustes de cuentas y venganzas contra gente que se opone a la extorsión o al cobro de derecho de piso por parte de organizaciones que se dedican al lavado de dinero.
Las víctimas han sido taxistas, pequeños comerciantes, ganaderos, campesinos, empresarios y empleados de instancias gubernamentales, y en menor medida han sido presuntos delincuentes.
En cuanto a secuestros, en el primer cuatrimestre se contabilizaron 201, incluyendo secuestros virtuales, y en 33 casos las víctimas fueron asesinadas.
Lo que más preocupa hoy, dentro y fuera del estado, es que no se observa una estrategia clara contra la delincuencia y el crimen organizado.
Por si fuera poco, existe el riesgo de desalentar futuros proyectos de inversión en varios sectores como el energético, portuario y de servicios, así como el cierre y la migración de pequeñas empresas.
Otro riesgo es el surgimiento de grupos de autodefensa financiados por organizaciones delictivas como método de presión en contra de los operativos federales y la presencia militar.
Por todo esto a don Miguel Ángel Yunes no le queda más que cambiar de estrategia, mientras Javier Duarte es juzgado por todas las trapacerías que cometió en su estado.
***
Y como dice el filósofo…. Nomeacuerdo: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.