Desde la década de los 90, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ejecuta excavaciones en un área prehispánica conocida como grupo de Serie Inicial o Chichén Viejo, el cual fungió como un complejo residencial exclusivo de la élite maya y que pronto, antes de que termine el año, se abrirá al público para mostrar sus míticos secretos.
Como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), impulsado por el proyecto del Tren Maya, los trabajos de salvamento y reconstrucción han avanzado en ese sitio, lo que permitirá profundizar en la historia de la zona arqueológica de Chichén Itzá.
En un recorrido que realizó el INAH en Chichén Viejo, los arqueólogos José Francisco Javier Osorio León y Francisco Pérez Ruiz explicaron que se trata de una labor titánica que inició hace 30 años, en la que realizan excavaciones cuidadosas para buscar “fichas del gran rompecabezas” del pasado y así recuperar los elementos importantes de sus edificios prehispánicos.
Chichén Viejo está conformado por 25 estructuras de distintos tamaños en un núcleo de 3 hectáreas, que pertenecen entre los años 600 y 800 de nuestra era.
Las investigaciones arrojan que esa zona era un grupo habitacional para personajes ligados al poder, es decir, ahí vivía un gobernante con toda su familia y su séquito. De acuerdo con la iconografía encontrada en los vestigios, dicho soberano pertenecía a la dinastía Cupul.
De hecho, Chichén Viejo está apartado del gran complejo ceremonial y político de lo que hoy conocemos de Chichén Itzá –en donde está la pirámide de El Castillo y el Juego de Pelota, entre otros-, por lo que para poder llegar hay que caminar aproximadamente un kilómetro por un Sacbé (camino blanco) entre la selva maya.
Esto evidencia que no cualquiera podía entrar a ese grupo residencial de élite, pues incluso estaba restringido por un arco principal.
Entre los edificios que sobresalen ahí está el Palacio de los Falos, el cual cuenta con elementos decorativos en paneles esculpidos que exponen narraciones míticas de la creación del universo de la cosmogonía maya.
“La decoración asemeja un libro en donde se narra desde el nacimiento y orígenes de un personaje, que consideramos que era el gobernante, así como los rituales y todos las actividades que él hizo, recibiendo los atributos y las riqueza que lo consideraban como un ser importante y divino”, señaló el arqueólogo Osorio León.
En la zona también resalta una estructura grande en forma de tortuga, animal referido en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, que representa el sostén del mundo y que era el lugar de donde nacía el dios del maíz.
A pocos metros se encontró un entierro con los restos de cinco personas quemadas. Ahí está una estructura en forma de nicho con la escultura de un Chac Mool, que según la tradición, vigilaba el descanso de quienes harían el viaje al inframundo maya.
El director del INAH en Yucatán, Arturo Chab Cárdenas, informó que está planeado que a finales del 2023 Chichén Viejo permita la entrada al público, para conocer éstos y otros vestigios, como el Palacio de la Luna y el Palacio del Caracol.
“Estamos interviniendo este espacio para abrirlo pronto al público, pues al contar con una nueva área, incrementará sustancialmente la llegada de visitantes y junto con el proyecto del Tren Maya se generará desarrollo turístico y cultural”, recalcó.
LSN
SIGUE LEYENDO: