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Feminismo y el mercado: estereotipo o empoderamiento

¿Qué hay detrás de los discursos a favor de los “derechos de las mujeres” y de la lucha por la “equidad de género”? ¿Un nuevo nicho de mercado? ¿Una nueva estrategia de publicidad?

Feminismo y el mercado: estereotipo o empoderamiento

“Empujados por esta visibilización como un nuevo nicho de mercado, aparecen anuncios específicamente dirigidos al público femenino que, con menor o mayor fortuna, se apropian de la agenda feminista para vender sus productos.” L. Fernández

Aún ante un movimiento donde se busca erradicar la inequidad de la mujer, el sistema se sirve de éste mismo, en donde las mujeres siguen siendo mercancía que se rige por la oferta y la demanda.

La fábrica de cultura mainstream produce continuamente este tipo de feminismo, cultura de “empoderamiento” que funciona como fachada de una realidad MUY distinta. La falsa realidad que crean los productos mediáticos no sólo ponen a la mujer receptora en una situación vulnerable entre lo que le dicta su propia conceptualización y lo que dictan ahora las redes sociales.

Si bien, este tipo de discurso ha colocado en la agenda de los medios de comunicación la cuestión de la diversidad. Por ejemplo, en los cuerpos de la mujer y la equidad respecto a la segregación ocupacional entre mujeres y hombres; idealizar y estereotipar a la mujer feminista entre lo que “debe ser”, condena a muchas otras. 

La publicidad no mira el feminismo porque le interesan sus demandas sociales, sino porque el movimiento feminista día a día se va expandiendo y esto representa nuevos mercados.

Los “ideales” que crean los medios masivos apuntalan la idea de un destino, en vez de sumar a la negociación nuevas y diversas condiciones de posibilidad, sobretodo, en un país donde las oportunidades entre mujeres, divergen en gran escala.La mujer empoderada no es sólo una mujer educada que goza de un ingreso digno, pues dista mucho de la realidad en nuestro país donde existen más de 6 millones de mujeres indígenas, más de 2 millones son analfabetas y menos del 50% de la población económicamente activa femenina cuenta con un empleo. 

Las empresas han encontrado un nuevo mercado con el objetivo de que las mujeres sientan “poder” al usar sus productos, y que se sientan solidarias unas con las otras, incluyendo a las jefas y empresarias que explotan a sus trabajadoras. Sin mencionar -claro- que fuera de ese nicho de mercado se encuentran millones de mujeres que no tienen, si quiera, acceso a esos productos.

Ningún feminismo es bueno o malo; radical, progresista, mainstream, separatista o liberal, todos forman un proyecto en común, sin embargo, más que una estrategia de venta, debe servir para visibilizar la lucha por la homogeneización de oportunidades a todas las mujeres y garantizar su seguridad, combatir la violencia de género, tipificar los delitos al respecto y hacer valer la justicia.

La complejidad del feminismo contemporáneo nos permite construir el propio, en nuestra realidad, con nuestras propias estrategias de acción; es correcto si para ti se siente correcto. No es necesario seguir un estereotipo, ni tampoco el feminismo está relacionado directamente al activismo, basta con reconocer que existe inequidad de género y permear desde nuestras realidades por una sociedad igualitaria. Nadie puede decirte cómo vivir el feminismo porque se trabaja desde la individualidad para poder llevarlo a lo colectivo. 

IL

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