Si bien el campo es el que más reciente los efectos de la sequía, en las grandes urbes el daño se presenta con la disminución del líquido en las viviendas, ya que al menos 163 de las 210 presas del país están a menos de 50 por ciento de su nivel de captación, de acuerdo con el reporte de la Conagua.
Con el total de sus presas con desabasto, Chihuahua, Baja California y Sinaloa son las entidades más afectadas, ya que la poca o nula lluvia en los estados no ha permitido que se llenen completamente las represas; sin embargo, son Jalisco y Nuevo León donde se advirtió de suspensión del servicio por algunos días.
En la zona metropolitana de Guadalajara llevan tres meses sin el servicio de agua potable en hogares y negocios, ante los bajos niveles de la presa Calderón.
Mientras que, en Nuevo León, Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey prepara cortes en la zona metropolitana de la capital, a partir de agosto, con motivo de los bajos niveles de agua que se tiene en las presas de la ciudad, y una afectación por sequía de los últimos meses en el estado.
La gravedad está en que de los 105 mil 319 millones de litros que las presas pueden llegar a captar en conjunto, actualmente sólo tienen 36 mil 940 millones, es decir, sólo 35.07 de su capacidad.
Hasta 2012, la huella hídrica de un mexicano, que se refiere a la cantidad de agua que se usa en el bien o servicio que consumimos, se encontraba entre los mil 978 metros cúbicos al año, lo que superaba la media mundial de mil 385 metros cúbicos, por persona.
Eugenio Barrios, del Consejo Consultivo del Agua, señaló que el cálculo incluye la cantidad de líquido vital que se utiliza en cada etapa de producción de los insumos que compramos.
Luis Marín, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, detalló que la disponibilidad del agua baja cada vez más porque la población crece y demanda líquido, aunado a la producción de plásticos y cartón por la pandemia.
POR FRIDA VALENCIA, ADRIANA LUNA Y DANIELA GARCÍA
dza