Estados Unidos se encuentra cada vez más dividido entre narrativas políticas opuestas, simbolizadas por demócratas y republicanos, que rechazan de entrada lo que digan los otros.
La situación se refleja tras el ataque contra el Capitolio, luego de un mitin encabezado por Donald Trump, que denunciaba "fraude" en los comicios.
El asalto dejó nueve muertos y llevó a la designación de un comité investigador, que incluye a los diputados Liz Cheney y Adam Kinzinger, censurados el fin de semana pasado por el Comité Nacional Republicano.
A cambio, miembros republicanos ofrecieron una visión alterna que acusa de negligencia del cuerpo de seguridad.
Los demócratas no las tienen todas consigo. De hecho, la posibilidad de perder la mayoría en al menos una, si no las dos cámaras del Congreso en las elecciones de noviembre próximo, lleva a que algunos busquen alejarse de Biden.
Y de acuerdo con reportes de prensa, funcionarios de las campañas demócratas se quejan de la falta de respaldo por una Casa Blanca a la que consideran como impreparada.
Además, la Presidencia enfrenta críticas de importantes partes de su coalición electoral, incluso sectores de izquierda, afroestadounidenses y latinos, que lamentan lentitud para cumplir promesas.
Pero el foco está en la pesquisa sobre la asonada del 6 de enero de 2021.
Según una encuesta, 25% de los estadounidenses, o sea 80% de los republicanos, piensa que el ataque fue un acto legítimo de disidencia.
MAAZ
