Además de haberse contagiado y superado la enfermedad, también existe la opción de que las personas se vacunen y, así, puedan ser inmunes a Covid-19.
Varias farmacéuticas están muy cerca de sacar al mercado su vacuna, incluso en alguno lugares ya se están suministrando a la población en general.
Pero, después de cualquiera de estas dos opciones, ¿qué es lo que genera mayor inmunidad?, ¿cuáles son las diferencias en ambos casos? y ¿cuáles son los riesgos para las personas que ya se contagiaron o se vacunaron?
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¿Qué genera una respuesta inmune más fuerte?
Hay algunas enfermedades donde la vacuna protege más que la enfermedad y otros casos donde la enfermedad brinda más protección que la vacuna.
Hay enfermedades clásicas como el sarampión, la varicela o las paperas, donde la infección natural es la que otorga una inmunidad más prolongada y una vez que la pasas no te vuelvas a enfermar.
En otro tipo de infecciones, como las provocadas por neumococos o meningococos, la situación es exactamente opuesta. En el caso del VPH, por ejemplo, la vacuna genera una respuesta inmune más potente que la inmunidad natural, ya que esta última es particularmente débil.
Dado que se trata de una enfermedad nueva y de que los estudios sobre la vacuna fueron diseñados para determinar su seguridad y eficacia más que para evaluar la longevidad de la inmunidad, no sabemos con exactitud por cuánto tiempo se extiende el efecto protector de ninguna de las dos.
Pero una de las grandes diferencias es que las vacunas no provocan el daño colateral de una respuesta inmune. Y en el caso de Covid-19, eso es una buena noticia, considerando que los efectos secundarios de padecer la enfermedad pueden ser variados y muy significativos.