Una de las postales más típicas sobre Japón es la de sus cientos de árboles de cerezos explotando con miles de flores rosadas y blancas, las cuales marcan el fin del invierno y el inicio de la primavera.
Ligada a esta maravilla natural existe una costumbre muy extendida entre los habitantes del archipiélago: el hanami, o contemplación de las flores, la cual conlleva una profunda reflexión sobre la propia existencia.
“El hanami, más que un simple espectáculo floral, es un encuentro con la belleza, un testimonio de la naturaleza transitoria de la vida en la cultura japonesa. Imagina escenas de familias, amigos e incluso turistas que contemplan el efímero florecer de los sakura, en parques y a lo largo de los ríos, donde la risa y la música se mezclan con el susurro de los pétalos.
“Esta tradición, arraigada profundamente en la historia de Japón, que hace eco en su arte y literatura, se enmarca en majestuosos árboles que estiran sus coronas teñidas de rosa hacia el cielo, sus diminutos pétalos danzando en la brisa primaveral. La belleza efímera de los sakura, o flores de cerezo, floreciendo plenamente pero de forma breve, evoca una conciencia conmovedora de los momentos fugaces de la vida”, señalan voceros del Ministerio de Turismo japonés.
¿Dónde ver la floración de los cerezos en Japón?
Aunque existen cientos de lugares donde puedes darte un respiro para admirar esta maravilla natural, los expertos recomiendan tres lugares que, por su belleza e historia, son ideales para practicar el hanami.
El famoso Castillo de la Garza Blanca, o Castillo de Himeji, es uno de ellos. Erigido en el siglo 17, se encuentra en la ciudad de Himeji y ofrece una vista imponente de la urbe, además de senderos teñidos de rosa y blanco durante esta temporada del año.
Algunos de los templos más antiguos de Japón se encuentran en la ciudad de Nara, en la región de Kansai, donde los turistas pueden acudir al templo Todai-ji o visitar el Parque Nara para convivir con la divinidad y los ciervos sagrados para tener un verdadero acercamiento espiritual.
Por último, los expertos recomiendan la ribera del río Meguro y el Parque Ueno, ambos en la ciudad de Tokio, como otras alternativas. Allí, a pesar de encontrarse en el corazón de una de las urbes más bulliciosas del mundo, los viajeros pueden disfrutar de paz y serenidad sin alejarse demasiado.