En esta temporada de cambios climáticos, algunas plantas liberan polen que puede desencadenar alergias en la población. Estas reacciones suelen presentarse con síntomas como estornudos, congestión nasal, irritación ocular y dificultad para respirar. Los especialistas recomiendan evitar actividades al aire libre durante las horas de mayor concentración de polen, mantener ventanas cerradas y utilizar purificadores de aire en casa.
También es fundamental lavar la ropa y el cabello tras exponerse al ambiente exterior para reducir la presencia de alérgenos. Si los síntomas persisten, se sugiere consultar a un médico para recibir un tratamiento adecuado. En los meses de primavera y verano muchas personas sufren los estragos de la alergia al polen, una afección que puede parecer inofensiva pero que impacta gravemente la calidad de vida.
Aunque hay muchas plantas responsables, una destaca como la gran villana: la ambrosía (Ambrosia artemisiifolia), una maleza invasora que libera cantidades exorbitantes de polen altamente alergénico. Su impacto es tan significativo que se ha ganado el título de “el terror de los alérgicos”.
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La ambrosía es una planta que pertenece a la familia de las asteráceas y que prospera en regiones templadas y subtropicales. Es especialmente común en Norteamérica, donde se estima que es responsable de aproximadamente el 50 por ciento de las alergias al polen en el otoño. Sin embargo, su impacto no se limita a esa región: su capacidad de adaptación y propagación la ha convertido en un problema creciente en Europa, Asia y América Latina, incluyendo México.
La ambrosía y las alergias: un problema de salud pública
Una de las características más problemáticas de la ambrosía es su capacidad para producir polen en cantidades masivas. Una sola planta puede liberar hasta mil millones de granos de polen en una temporada. Además, el polen de la ambrosía es extremadamente liviano, lo que permite que el viento lo transporte a distancias de hasta cientos de kilómetros. Esto significa que incluso las personas que viven lejos de las áreas donde crece esta planta pueden verse afectadas.
El polen de la ambrosía contiene una combinación de proteínas que estimulan una respuesta inmune excesiva en las personas sensibles. Los síntomas típicos incluyen:
- Rinitis alérgica (fiebre del heno): Congestión nasal, estornudos, secreción nasal y picazón en la nariz y garganta.
- Conjuntivitis alérgica: Enrojecimiento, picazón y lagrimeo de los ojos.
- Asma alérgica: Dificultad para respirar, opresión en el pecho y episodios de tos.
En casos severos, la exposición prolongada al polen de ambrosía puede desencadenar complicaciones respiratorias graves, especialmente en personas con asma o enfermedades pulmonares crónicas.
Una amenaza silenciosa
En México, la ambrosía está ganando terreno, particularmente en regiones templadas y subtropicales donde encuentra las condiciones ideales para crecer. La urbanización y la degradación de los suelos han favorecido su propagación, ya que es una planta que prospera en terrenos perturbados como bordes de carreteras, campos abandonados y jardines sin mantenimiento.
Aunque en el país la rinitis alérgica ya es una de las principales causas de consulta médica, se estima que el impacto de la ambrosía podría aumentar debido al cambio climático.
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