El paracetamol es un fármaco que tiene propiedades antipiréticas y analgésicas, usado con frecuencia para combatir dolores moderados y algunos pequeños síntomas de gripe. Puede consumirse a través de un camino oral, aunque en otros casos también por el recto o la intravenosa, logrando ser una pastilla, supositorio y también gotas. Gracias a sus propiedades, miles de personas acuden a la farmacia para tratar molestias moderadas mediante el consumo de dicho analgésico, sin embargo en algunos casos llega a generar una adicción, desconociendo sus efectos secundarios para la salud.
El paracetamol, con todas sus formas posibles, tiene efectos secundarios siempre y cuando su ingesta no respete los límites recomendados por profesionales de la salud. En consecuencia, es importante conocer los síntomas que alerten sobre este problema de salud y actuar de inmediato para no generar un efecto contraproducente. La dosis recomendada del analgésico es una capsula cada 8 horas, dependiendo de la sugerencia médica.
Las alarmas se encenderán cuando los efectos secundarios de la mala ingesta del paracetamol se reflejen en una orina oscura, gracias a la ictericia, causando también que la piel y el blanco de los ojos viren hacia un color amarillo debido al consumo en exceso del analgésico. En este sentido, especialistas confirman que la ictericia surge cuando hay una intoxicación con el fármaco.
Siguiendo esta línea, y para ampliar conceptos, la ictericia se desencadena por niveles altos en sangre del pigmento biliar llamado bilirrubina en su cuerpo, generando efectos en la orina, como se mencionó anteriormente, y también en el color de las heces ya que pueden adquirir una coloración similar a la arcilla. Ante este panorama, será importante medir el consumo del paracetamol cada vez que se presenten estos síntomas.
Además hay otros efectos secundarios posibles siempre que el analgésico sea utilizado en exceso, violando las recomendaciones médicas al tomar el paracetamol. Por lo tanto habrá que acudir al profesional de la salud cada vez que surja una erupción cutánea que incluya picazón, inflamación o escamas en la piel; dificultad para respirar; e hinchazón en el rostro, lengua o garganta.