Marlon Brando hizo que quizá fue su mejor papel durante la grabación de El Padrino, cinta dirigida por Francis Ford Coppola; sin embargo, lo que pocos saben es que la producción tuvo varios problemas.
Uno de ellos estuvo oculto durante varios años y fue un secreto a voces durante los primeros años después de que se estrenara la película que ganó los premios a Mejor Película, Mejor Actor, Mejor Guión Adaptado.
Para esto hay que recordar que el actor Marlon Brando era una persona testaruda, al punto de que él mismo fue el que se caracterizó como Vito Corleone, el líder de la mafia en el libro de Mario Puzzo, para convencer a Ford Coppola.
Incluso, cuando ganó el Oscar por esta interpretación, el segundo en su carrera, el actor no acudió a la ceremonia, sino que envío a Sacheen Littlefeather, una actriz de origen nativo americano para que diera un discurso sobre la necesidad de atender a los pueblos originarios de aquel país.
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El secreto del Padrino
Pese al talento que tenía para llevar a cabo sus papeles, Brando solía tener un comportamiento irregular dentro y fuera del set, ya que desde joven fue expulsado de la Academia Militar de Shattuck e inclusive fue acusado por la actriz Maria Schneider de haberla abusado sexualmente en una escena de El último tango en París.
La personalidad egocéntrica del intérprete, aseguró su tercera esposa Tarita Teriipia solamente era equiparable con los celos y la infidelidad del actor.
El narcisismo del actor era de sobra conocido por Coppola, quien dudó de darle el papel de Vito Corleone en El Padrino, pero el verlo caracterizado lo hizo creer que tenía la vocación, el talento y el compromiso de hacer el papel.
Sin embargo, el actor nacido en Omaha, Nebraska, solía olvidar sus diálogos, lo cual ocasionaba que se tuvieran que repetir algunas escenas y retrasar las demás escenas.
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El carácter difícil del intérprete no hacía fáciles las cosas, por lo que el director tuvo que buscar varias alternativas para acelerar el trabajo e impedir tener un retraso importante.
Al final encontró una solución que no solamente sirvió para que Marlon Brando pudiera tener a la mano sus diálogos, sino que además le dio un sello particular a la película gracias a los encuadres que se necesitaban para esto.
El director pidió a la producción que escribiera los diálogos del actor en cartulinas que eran pegadas sobre el cuerpo de los otros actores. Con esto, Brando podía leer las líneas que seguían y así no equivocarse.
El truco salió bien, pues aunque el intérprete mostró mal carácter ante esto, su papel como el patriarca de los Corleone sigue siendo reconocido como uno de los mejores en la historia del cine.
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