Luis Chapa debutó en México en 2018, luego de una amplísima trayectoria internacional que lo ha llevado a pisar algunos de los teatros más prestigiosos del mundo como el Met de Nueva York. Sin embargo, dice, no sólo está orgulloso de su nacionalidad, sino también de la ruta que trazó para su carrera. Y es que, asegura, el placer de cantar y de hacer lo que se ama con convicción no conoce fronteras ni sabe de pasaportes.
“Si buscas el placer artístico por el placer mismo y lo haces muy bien, las oportunidades llegan aquí, en Tombuctú, en México y en todos lados. Se suele decir que en México no hay trabajo para los cantantes, pero es una forma muy simplista de ver las cosas, yo prefiero ver que nuestro país produce muy buenos artistas y si la música se escucha en todo el mundo, ¿por qué no buscar trascender las barreras? Es decir, claro que queremos trabajar en nuestra tierra, pero podemos ver también qué hay más allá”, dice en entrevista con Cúpula.
El Teatro Nacional de Croacia, la Ópera Nacional de Eslovaquia, la Ópera de Seattle, el Palacio de Bellas Artes, son sólo algunos de los recintos en los que ha interpretado roles de óperas que van de Il trovatore a Carmen y Turandot. Y es que su voz y su rango lo colocan en un área en la que puede ir, incluso, a un Otello.
En su casa en Londres, Chapa toma un periodo vacacional de verano, tras cantar recientemente en Polonia, a donde volverá próximamente. Si bien la agenda como cantante lo mantiene ocupado y en los escenarios, la enseñanza vocal es también otra de sus grandes vocaciones.
“A mí me encanta cantar, me encanta la ópera, soy un apasionado. Sin embargo, hay algo que me gusta más: lo que pasa en el cuerpo cuando cantas, el aspecto fisiológico. Uno de los principales factores del canto es la respiración, el otro es la transmisión del mensaje. Y desde hace unos 20 años empecé a estudiar estos temas porque quería saber qué podía yo aportar a mi arte, así que llegué a mis propias conclusiones, una de ellas es que todos tienen una opinión de cómo debes cantar, digamos, un Otello; pero en el escenario yo debo ser un artista total, no puedo darles gusto a todos, pero tampoco puedo pensar sólo en mí. Entonces, el reto es tener autoridad en mi canto y, al mismo tiempo, estar dentro de los patrones objetivos del arte”, detalla.
Con base en estas reflexiones, no sólo creó su propia compañía, sino también imparte seminarios y entrena cantantes, actores y todo aquél que trabaje con la voz humana.
“Después de 25 años de trabajo constante, mi credo es que quiero ser mi voz con libertad, dentro del patrón objetivo. Habrá a quien le guste, habrá a quien no le guste lo que hago, pero lo que sí sé es que sigo trabajando”, cierra.
Por Alida Piñón
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