Cúpula

Ballet teatro del espacio, ejemplo de conservación dancística

La compañía fundada por los maestros Michel Descombey y Gladiola Orozco, activa entre 1966 y 2009, es una de las pocas agrupaciones que ha logrado reconstruir su historia en un libro

Ballet teatro del espacio, ejemplo de conservación dancística

En 2016 apareció un libro que hasta ahora es único en su tipo: Memoria que recopila más de 40 años de historia de una compañía mexicana: Ballet Teatro del Espacio, escrito por uno de sus fundadores, la bailarina y coreógrafa Gladiola Orozco. Su construcción fue titánica, le tomó casi un lustro la recreación de una vida entera en los escenarios, a partir de una investigación compleja. Ahí está todo, año por año: bailarines, teatros, fotografías, equipo técnico, programas de mano y una descripción de cada una de las coreografías y de sus creadores.  

Si bien es cierto que existen otras publicaciones como Compañía Nacional de Danza y Barro Rojo. Arte escénico (1982, 2007), la gran diferencia es que el primero es más bien una biografía iconográfica con los comentarios de la coreógrafa Nellie Happee y el segundo es autoría del periodista Juan Hernández, ambos imprescindibles para la edificación tangible de la historia de la danza en México, pero Memoria tiene en cada página la visión de su fundadora, con la sensibilidad de quien sabe que ha dejado un legado.

Cortesía: Ballet Teatro del Espacio

Y es que Ballet Teatro del Espacio es una de las compañías que creó, junto con el Ballet Independiente —fundado por Raúl Flores Canelo— el lenguaje de la danza que marcó a toda generación y definió el rumbo de la disciplina durante la primera mitad del siglo XX, con su fusión de lo clásico, con la técnica Graham, y tocando temas que no se tocaban como la violencia, la migración, el deseo, las culturas indígenas, la Conquista, la finitud de la vida, la soledad..., en suma, la condición humana y la mexicanidad, pero no desde el nacionalismo, sino desde su complejidad.

El recordatorio de esta publicación viene a cuento tras el reciente anuncio de la donación del archivo del Ballet Independiente a la UNAM, acervo que se suma al del investigador y periodista Alberto Dallal en 2018, y que empieza a dar forma al Archivo Nacional de la Danza, donde puede sumarse el acervo de Waldeen von Falkenstein, precursora del Movimiento Mexicano de Danza Moderna, quien tras su primera estancia en México, en 1934, se prendó de nuestro país.

Créditos: (Especial)

Regresando a Memoria, si bien sentó un precedente inédito para construir la historia de una actividad por naturaleza efímera, es preciso acotar que gran parte de su acervo se perdió en el transcurso del tiempo, no por descuido de los fundadores de la compañía —Orozco y Michel Descombey— sino porque no sólo no existe —y sigue sin existir— una conciencia del registro y de la conservación, ni las condiciones para su resguardo. ¿Dónde guardar escenografías, vestuarios, programas de mano, videos, fotografías, telones? Objetos que no son cosa menor si pensamos en que escenografías del Ballet Nacional de México, de Guillermina Bravo, fueron firmados por grandes artistas de la época como José Clemente Orozco, quien, por cierto, también hizo escenografías para Nellie Campobello y Miguel Covarrubias.

Si el archivo dancístico universitario se fortalece, decenas de compañías que hoy tienen más de 20 o 30 años de historia podrían encontrar un refugio para sus legados, sin importar si logran seguir con vida, o no. La ventana de oportunidad podría convertirse en la puerta a la memoria del movimiento.

La misma Gladiola Orozco, en una entrevista de 2016, reconoció que muchos de los objetos terminaron en la basura, pero muchos otros no. La maestra conserva cartas, escritos de Descombey, dibujos, fotografías y programas de mano que le ayudaron a configurar el mapa del Ballet. En esa misma conversación, advirtió las razones por las que hizo Memoria: “La danza es efímera, se acaba la función y es todo, pero quedan los que participaron, los bailarines, los músicos.

Quise desafiar al olvido. En este libro de tres tomos está toda la información sobre los intérpretes, los músicos, los coreógrafos, los teatros, las fechas, algunas críticas. Es una documentación muy objetiva, no le sobran palabras. Dejó un libro que rinde homenaje a todos los que compartieron con nosotros esos años en el Ballet Teatro del Espacio. Ha sido difícil recordar toda la historia, pero hubo muchos sueños, mucha juventud”.

Memoria no es fácil de encontrar. Sin embargo, Gladiola Orozco sigue desafiando al olvido, basta con hacerle una llamada para conversar con ella o con acudir a los eventos donde es invitada a compartir su historia. Valga, pues, luchar por conseguir la publicación, y echarse un clavado a www.balletteatrodelespacio.com, en donde aún es posible ver obras completas y entrevistas a Orozco y Descombey. Y más importante aún: luchar por no olvidar. Que Memoria no sea un caso excepcional, sino un ejemplo para la memoria de todas las compañías.

Por Alida Piñón.

alida.pinon@elheraldodemexico.com

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