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La ópera, un género vivito y coleando

El crítico musical Gerardo Kleinburg, quien acaba de publicar La ópera hoy, con entrevistas a figuras del mundo operístico, dice que nunca en la historia de la música se había escrito y producido tanto como ahora

La ópera, un género vivito y coleando
Gerardo Kleinburg reúne diez conversaciones en el libro editado por la UNAM. Foto: Antonio Nava

Gerardo Kleinburg es narrador, promotor musical y crítico, pero es, sobre todo, un amante de la ópera, uno de los más grandes conocedores del género en el país y, hoy por hoy, su principal y más entusiasta divulgador que, reconoce, alguna vez fue "el señor" que se sentó frente a una cámara de televisión o un micrófono para hablar del género con arrogancia y con academicismos aburridos para la audiencia. 

Si bien su labor es una referencia en el mundo operístico, ya sea como director de la Ópera de Bellas Artes o como columnista, en los últimos tres años se acercó a un público que descubrió que sí le gustaba el género, pero no lo sabía. Y es que durante el primer año de la pandemia, la cotidianidad cambió para todas las industrias y para todos los seres humanos. El mundo del entretenimiento, la cultura y el arte fueron los primeros en bajar los telones y cerrar las puertas.

Ante ello, en la página de Facebook "Hablemos de ópera", creada por el crítico musical, de pronto estaba en vivo con la soprano Ainhoa Arteta; después siguieron transmisiones con figuras como Rolando Villazón, David Lomelí y Enrique Diemecke. Una selección de aquellas conversaciones se publicó en el libro Hablemos de ópera (Turner). Ahora, en la misma ruta, pero por una carretera diferente, lanza

La ópera hoy (UNAM), que forma parte de la colección Síntesis, de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, con el que reconoce la actividad operística universitaria, pues asegura que con producciones como Juana de Arco en la hoguera de Honegger o El castillo de Barbazul de Bartók, la UNAM ha dado muestra de su amplio interés por el género. 

"Hoy por hoy los dos verdaderos bastiones de la producción y de la actividad operística en México, fundamentalmente, son la UNAM y la Ópera de Bellas Artes. Por supuesto que hay ópera en otros lugares, pero con constancia y regularidad, estas son las dos columnas que sostienen la estructura de la programación en México". 

En este sentido, Juan Ayala, secretario técnico de Planeación y Programación de Cultural UNAM, le propuso sumarse a Síntesis para ofrecer una ventana al género a partir de diez conversaciones: con la soprano y directora de orquesta Bárbara Hannigan, el director de escena y barítono Marcerlo Lombardero, la compositora Gabriela Ortiz, la soprano Sarah Maria Sun, el director de orquesta Enrique Arturo Diemecke, el director artístico del Festival de Salzburgo Markus Hinterhäuser, el director general de la LA Opera Christopher Koelsch, el tenor Francisco Araiza, el escritor Jorge Volpi y el director de teatro Peter Sellars. "Es un espléndido índice, pero no el único posible.

¿Por qué ellos? Porque son personas que pueden reflexionar sobre la obra y porque pueden tener posiciones contrastantes entre la posición de una Sara María Sun o de Bárbara Hannigan tan extremadamente posicionadas en el brazo radical de la producción operística de nuestro tiempo y de Francisco Araiza, son antípodas; quería tener una opinión como la de Peter Sellars, proveniente del mundo anglosajón y la de Marcelo Lombardero, tan latinoamericano", cuenta. 

Las diferentes visiones ofrecen un panorama latinoamericano -muy distinto entre países-, anglosajón y europeo, continente que por, cierto, "está en otro planeta, pues ya fue, ya vino, ya se equivocó, ya fue ultrarradical, ya tuvo distintos neo, nuevas épocas, estilos, estéticas, y ahora tiene una visión mucho más amplia". De tal suerte que en Europa "la ópera contemporánea se asume con una enorme naturalidad", mientras que América Latina, en México particularmente, se mantiene más en lo tradicional. 

"Hagamos una encuesta con el público que asiste al Palacio de Bellas Artes y veamos cuántos han escuchado completa, en su casa, una ópera contemporánea. La respuesta va a ser asombrosamente pequeña. Mientras que en EU hay una intención y una programación cada vez más intensa. Lo que podemos encontrar es que no hay un común denominador, no hay un curso claro que sigan las casas de ópera o los compositores, estamos en un momento de absoluta heterogeneidad: el comportamiento y los estilos son totalmente heterogéneos, en lugares en donde ser radical ya es pasado de moda y ser un poquito más retro, es nuevo. Si queremos hablar de por qué no se hace la ópera contemporánea que debiera, habría que responder con una frase teatral, ¿de quién es la culpa? Fuente ovejuna, señor". 

Ante este panorama y a prejuicios como que se trata de un género con poca audiencia joven, Kleinburg apunta que la ópera, actualmente, parece una contradicción, pues lo contemporáneo convive con lo más tradicional, y, al mismo tiempo estamos viviendo un momento en el que más óperas de montan y se escriben en la historia de la humanidad. 

"Nunca había habido tantas casas de ópera, tantas funciones al día, al mes, al año en este planeta. Nunca había habido tantos cantantes cantando, trabajando. Entonces, ¿cómo va a estar muerto algo que está rompiendo todos sus récords? Que hay problemas, sí. Que hay crisis, sí. Que la pandemia fue una fregadera que nos jorobó a todos, sí. Que la ópera tiene que replantearse muchas cosas, sí, pero de ahí a decir que se está muriendo, no se sostiene porque se está escribiendo ópera todo el tiempo. Es un género absolutamente vivo, que seguirá vivo eternamente,aunque una de las preguntas que hago es ¿qué es la ópera hoy?¿La podemos seguir llamando ópera? Hoy podemos decir que una obra multimedia hiper tecnologizada es exactamente una ópera como lo podría ser el Orfeo de Monteverdi". 

En ese sentido, "una de sus grandes debilidades tiene una gran ventaja: tiene el peor nombre de la historia del arte, ópera, y eso ¿qué quiere decir?, obras. El género se llama obras. Es, además, uno de los más grandes disparates de la historia del arte, porque estos cuates creían que estaban reviviendo el teatro griego y, según ellos, era así, no lo sabemos a ciencia cierta, pero creamosle. Hacen este género, pero no es teatro, no es un género musical, es un género dramático y teatral,y le ponen ópera. Esta ambigüedad nos permite entender que sí le podemos seguir diciendo ópera porque no sabemos exactamente hoy qué es o si más bien hoy es un espectáculo escénico multimedia interdisciplinario, como sea está vivito y coleando".

 

LSN

 

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