David Hanes -González se define como un chicano de Chicago. Está en México para reencontrarse con sus raíces y para realizar un trabajo documental sobre boxeadores y boxeadoras amateurs en gimnasios de barrio, de Tepito, de la colonia Guerrero y de la zona de La Merced.
Nació en Illinois, Chicago, pero su abuela materna había emigrado de San Luis Potosí, donde vivía en condiciones de pobreza.
“Vivíamos seis en una habitación muy pequeña”, recuerda. Ser chicano, dice, es difícil. “Vivir en un país donde se piensa en inglés, el español va desapareciendo, pero lo he mantenido al practicarlo con mi familia”. Nunca ha dejado de lado su origen mexicano y eso lo impulsó a emprender un proyecto fotográfico que lo trajo de la ciudad de los vientos a esta capital, a sus 32 años.
Aquí, a lo largo de dos años ha recorrido gimnasios en los que jóvenes practican sin cesar, con entusiasmo y con el anhelo de ser profesionales. Ese empuje, lo retrató en su primera exposición No te dejes, que se presentó hace unas semanas en la colonia San Rafael y que conlleva la esencia de la pelea, de las recomendaciones de los entrenadores cuando los peleadores están en el cuadrilátero, a punto de “tirar la toalla”, como se dice coloquialmente. Es una frase que resume la vivencia en el box, pero también se aplica a la vida, detalla.
¿Qué inspiración encontraste en los gimnasios de barrio?
Antes de emprender el camino a México, en Chicago busqué antecedentes de boxeadores mexicanos y encontré que son los mejores del mundo, así que me pregunté ¿qué hace único este estilo? Quiero aprender por qué el estilo mexicano es mejor, porqué hay más campeones aquí que en cualquier otro lugar, porqué todos los boxeadores de otros países caen cuando se enfrentan ante un mexicano.
“Tomé mi cámara como una herramienta para aprender de mis raíces, antes de iniciar con el trabajo fotográfico en gimnasios, anduve de gira con cantantes mexicanos con quienes practiqué mi estilo para documentar. Me gusta capturar momentos únicos, no solamente la foto clásica de box, sino que quiero aprender y ver por qué en México el box es especial”.
¿Por qué escogiste el box de aficionados para documentarlo?
Me interesé en el box porque hay pocos fotógrafos de este deporte, al interior de los gimnasios dando seguimiento a los jóvenes que inician con entusiasmo y encuentran en este deporte un medio para subsistir, pero eso es a futuro. Al principio, lo viven como una opción para alejarse de la violencia de las calles. Me interesa crear una comunidad de fotógrafos de box.
¿Cuál es el origen del título de la exposición No te dejes?
¡No te dejes! Es una expresión muy común en el box que se utiliza cuando estás en el ring en plena pelea y necesitas aliento del entrenador que grita “no te dejes”. Estás en la esquina, necesitas pelear y estás a punto de caer de las cuerdas y te gritan “no te dejes”. Para mí es una expresión que también aplico a la vida y no nada más al boxeo.
Después de este recorrido por gimnasios ¿qué descubriste del mundo del boxeo?
Aprendí mucho estos dos últimos años. El box no es sólo un deporte, es una religión. Es lo que plasmó en las fotografías, están en entrenamientos, antes de las peleas y en los gimnasios donde entrenan. Además de estas imágenes está la enseñanza y la convivencia con los amateurs y en estos recorridos me di cuenta de que para boxear necesitas amor, fe y resiliencia, elementos que también son útiles para la vida, que en ocasiones es una pelea día a día. Y aquí, en los gimnasios de la Ciudad de México y del Estado de México, son fuertes. Esta exposición la hice para representar esto: estilo y amor por la comunidad.
Escogiste seguir el trabajo de los boxeadores aficionados, ¿Qué miraste en ellos?
La verdad son la neta. Los boxeadores jóvenes están peleando no por la fama sino por su familia, como un medio para mejorar las condiciones de sus familias. Me identifico con ellos porque hay algo de mi historia de vida familiar, por la búsqueda de mejorar las condiciones de vida, quizá no por el deporte, pero sí cuando emigró mi abuela y son enseñanzas de lucha. Al ver a los jóvenes, me contagié de su pasión, ellos lo ven divertido, también es una alternativa para salir de las calles y dedicarse al deporte, estar en los gimnasios, ser una mejor persona. Al estar en el boxeo amateur, siguen una dinámica que los lleva a anhelar más, pensar en un futuro en el que puedan obtener un cinturón, en llegar a ser profesionales. Mi interés por los gimnasios de barrio es por el amor al deporte que ahí percibí.
David Hanes-González, dice ser un chicano de Chicago, mitad estadounidense, mitad mexicano, su madre de San Luis Potosí, emigró a Estados Unidos y él a los 20 acompañó a su abuela, arraigo en su cultura mexicana, que no olvida. “Toda mi vida aprendí esta cultura, pero nunca había tenido contacto con mexicanos en México ya que solamente intercambiaba con mi familia y otros chicanos, pero no todos tienen interés en mantener sus raíces. Yo estoy muy interesado en esta historia familiar, en la que las mujeres son fundamentales”
Por eso, su siguiente proyecto será sobre mujeres boxeadoras. Relata: “Es proyecto de puras mujeres boxeadoras y la razón es porque yo vengo de una familia de mujeres fuertes. Mi abuelita cruzó la frontera para buscar una mejor vida. Mi familia era muy pobre en San Luis Potosí, compartíamos un espacio muy pequeño para seis personas y un padre abusivo. La opción era pelear en sentido metafórico y se hizo cruzando hacia Estados Unidos. Mi abuelita se fue primero y ganó dinero, vio esa posibilidad y la siguieron mi tía, su esposo, un total de cinco mujeres y un tío. Por eso, mi admiración y reconocimiento a las mujeres de mi familia y a todas las mujeres. Por esa razón este proyecto de mujeres boxeadoras, porque es mi historia de vida, mi identidad”.
¿Cuándo inicias el proyecto de mujeres boxeadoras?
Tengo ya un cuerpo de imágenes, pero tengo que profundizar más para hacer todo el concepto y presentarlo en una exposición en 2024.
- David Hanes-González se ha dedicado, desde 2021, a documentar la vida en los gimnasios de diferentes barrios de la Ciudad de México, incluida la Guerrero y la Merced.
- A principios de la década de los 80, la abuela materna de Hanes-Gonzalez cruzó la frontera de México hacia Estados Unidos y se dirigió al norte, a Chicago, en busca de trabajo.
- La abuela enviaba dinero regularmente desde Estados Unidos a sus cuatro hijos para ayudarlos a sobrevivir. Después, uno por uno finalmente logró también emigrar a la Unión americana.
- Cuando era niño, Hanes-González viajaba regularmente a México. A los 27 años acompañó a su madre a San Luis Potosí y se encendió el deseo de crear una conexión con sus raíces.