Así como el Club América, equipo que lo ha visto consagrarse, Guillermo Ochoa no tiene claroscuros: o lo amas o lo odias. No hay más, pero no hay duda de la gran trayectoria que tiene dentro del fútbol mexicano.
Su carrera en el profesionalismo inició en 2004, cuando el técnico neerlandés Leo Beenhakker lo subió al primer equipo. La razón: el mítico Adolfo Ríos estaba lesionado y necesitaban un cambio en la portería.
Desde entonces se ganó la confianza para defender el arco azulcrema. Una muestra es su papel clave para conseguir el título del Apertura 2005, así como una impresionante racha de solo dos partidos perdidos en ese año.
Pero las ambiciones del guardameta eran más altas. Por ello, se aventuró al Viejo Continente para tratar de hacerse un lugar en la historia, comenzando en Francia con el modesto AC Ajaccio.
Su equipo no tuvo grandes temporadas y hasta descendió en su segundo año en la Ligue 1, pero él destacó entre sus compañeros. Esto le valió llegar a una de los mejores campeonatos del mundo: la primera división de España.
Memo no tuvo suerte en el país ibérico. Con el Málaga no se pudo afianzar en el primer equipo y fue cedido al Granada, con quien tampoco pudo ser un hombre clave como en sus anteriores equipos.
Intentó una vez más en Europa, ahora en Bélgica con el Standard Lieja. A pesar de salir campeón, el arquero regresó a México con el equipo de sus amores: las Águilas del América.
Ahora, no solo es un estandarte para los de Coapa, sino que también en la selección mexicana. Con el Tri ha alzado cuatro Copas de Oro, así como una medalla de bronce en los Juego Olímpicos de Japón en 2021.
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