Según el escritor Italo Calvino, las ciudades suelen sobrevivir en distintos planos, solo separados por el tiempo y, algunas veces, por la curiosidad de las personas que las habitan y las hacen vivir.
Algo así es necesario para visualizar lo que fue una de las glorietas más importantes de la capital no solo por su ubicación, sino por el profundo significado que mantiene y por el acto diplomático que conmemora.
Porque la Glorieta de Etiopía debía su nombre a uno de los gestos más importantes que la diplomacia mexicana tuvo alguna vez a favor de un país en una guerra desigual contra una potencia de la época.
Y aunque en la actualidad la glorieta en realidad es el ajetreado cruce de algunas de las arterias viales más importantes de esa zona de la Ciudad, siempre es bueno recordar a qué se debe el extraño bautizo.
Un rey de África
Durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, la Italia de Benito Mussolini intentó recrear la gloria del Imperio Romano avasallando numerosos territorios, tanto dentro como fuera de Europa.
Uno de los países que atacó fue Etiopía. Ubicado en lo que es conocido como el Cuerno de África, es una de las naciones más antiguas de dicho continente, con una herencia que se remonta a los tiempos de la bíblica reina de Saba y del rey Salomón.
En 1935, Haile Selassie, entonces emperador de la nación del este de África, decidió denunciar ante la Sociedad de Naciones el anexionismo realizado por Italia. Solo cinco países apoyaron al pequeño país africano, uno de ellos fue México.
Por fortuna, el dominio italiano de Etiopía duró solo seis años, pues las fuerzas del emperador Selassie lograron retomar el control sobre su territorio. Pero el apoyo brindado por México no se olvidó.
Una glorieta regia
Las relaciones diplomáticas entre México y Etiopía se fueron haciendo cada vez más estrechas y, en 1954, el emperador Selassie visitó el país para inaugurar una plaza que celebró la amistad entre las naciones.
Se dice que el regente etiope trajo como regalo algunas palmeras que fueron sembradas en la avenida Xola, mientras que prometió que de vuelta a Addis Abeba, capital de su país, fundaría una plaza con el nombre de México.
Sin embargo, una revolución socialista derrocó a Selassie años más tarde y, poco a poco, las relaciones entre ambas naciones se fueron haciendo cada vez más distantes, hasta el punto de ser prácticamente nulas.
La glorieta también cayó en una especie de abandono. La creación primero del Metro de la Ciudad de México, luego de los ejes viales y, por último, del Metrobús, cambió por completo el sentido de este hermoso homenaje.
¿Y de dónde viene el león?
El león que puedes observar en el icono de las estaciones del Metro y Metrobús se eligió como representación de un emblema de Etiopía pero, aunque lo lógico es pensar que tiene qué ver con el cliché de los leones africanos, en realidad tiene un sentido más espiritual.
El león es el emblema imperial de la nación africana y su adopción viene de la historia bíblica en la que el rey Salomón, heredero de Judá, y la reina de Saba, de Etiopía, se encuentran y tienen un linaje imperial.
Así, los descendientes de esta familia se comenzaron a identificar con el llamado León de Judá, el cual fue retomado para identificar esta estación, la cual se encuentra en la alcaldía Benito Juárez.
De hecho, también tiene todo qué ver con el movimiento político espiritual rastafari pero eso, como decía el viejo comercial, es otra historia.
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