Cuando Antonio Gritón (Ciudad de México, 1953) visitó el taller de Eloy Tarcisio quedó impresionado. “Estaba pintando una de esas grandes telas sobre el piso, las llenaba de sangre de vaca revuelta con emulsión acrílica, y era impresionante verlo trabajar; yo pienso que ves a cualquier artista en su estudio y te sorprende”, recuerda.
Gritón ha querido extender esa experiencia y encontró un aliado: el centro cultural Arte Obrera, en pleno barrio popular citadino, donde más de una decena de artistas trabaja sin intermediación de paredes. Artería de la Obrera es un proyecto en el que diariamente, tres o cuatro creadores, elaboran sus obras a la vista de todos. "Al comercio le importa la obra terminada, no le importa cómo la hiciste; aquí se está subvirtiendo esa parte desde el momento en el que la gente entra y no tiene que pagar nada", dice el pintor y muralista.
Durante un mes, en esta primera etapa hasta que termine abril, los artistas trabajarán en público, pero también en privado, en un espacio observable, pero acotado por el pincel, por el ímpetu creativo.
En el 231 de Isabel La Católica, “no hay estudios, es un bodega y tiene la puerta abierta, de acceso gratuito: la idea es que la gente pase, vea y pregunte, y entonces la gente que va pasando por aquí, por la calle pues ve, se asoma y ve a los artistas trabajando. Nadie te está vendiendo nada ni nada y te pones a platicar con los artistas, con los que están trabajando”, cuenta.
Los artistas van y vienen, algunos terminan en dos o tres días, otros tardan más; una vez concluido el mes, o las obras, serán expuestas una semana ahí mismo, y pueden ser adquiridas. Después, afirma Gritón, continuará una segunda etapa: "La gente entra, platica, te interrumpe, pero todos estamos conscientes de que vamos a dar un poquito de tiempo".
LSN
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