Se dice que Jorge Luis Borges soñó con, algún día, tener la biblioteca de bibliotecas, donde pudiera tener todos los textos de la historia de la humanidad. Quizá eso sea imposible, pero transformar una de las ciudades más grandes de México en un templo literario es la empresa que se fijaron un grupo de jóvenes.
“En el proyecto Ciudad de biblioteca, empezaremos con libros universales o clásicos, pero la intención es contar las historias de los mexicanos, que muchas veces no tenemos una plataforma, a través de nuestros códigos QR”, detalla Alexis Avilés, uno de los fundadores del movimiento Lectores urbanos.
Entre el amor y la confianza
Su proyecto no es nuevo. Hace seis años, en 2017, Avilés y un grupo de compañeros decidió poner en marcha Lectores urbanos, un programa en el que las personas pueden tomar o intercambiar libros en módulos instalados en distintos puntos de la ciudad fronteriza. Sin registro y sin vigilancia.
“Tijuana, además de tener violencia y tener espacios de libertinaje, también es una ciudad cultural, porque se va a convertir en la primera Ciudad Biblioteca del mundo, esto a través de nuestros letreros con códigos QR dinámicos.
“Imaginemos miles de códigos en la vía pública, donde todos los transeúntes tienen acceso gratuito a ellos. La ciudad hace una simbiosis con una biblioteca y permea culturalmente y da un ejemplo de lo que puede hacer una ciudad que parecería que carece de valores”, argumenta.
Aunque en un principio se pretende que los títulos sean de literatura universal, la idea de “Lectores urbanos” es que pronto se sumen obras de escritores noveles mexicanos.
Un factor de cambio social
Si bien la lectura es el motor de esta iniciativa, la idea principal es que se convierta en un experimento social, en el que se genere un cambio importante entre las personas mediante la confianza.
“En el 2017 inicia este tema del amor por la lectura, el arte y los valores sociales, que son los tres pilares fundadores del proyecto”, detalla Avilés.
Los primeros 12 módulos, intervenidos gráficamente por artistas locales y en los que depositaban 15 tomos cada mes, mostraron ser un éxito más allá de sus expectativas con un efecto secundario: le dieron la oportunidad a la gente de demostrar que puede elegir hacer el bien.
“Si bien la lectura puede ser este pilar central del proyecto, ya que está en el nombre, en realidad nos dimos cuenta muy temprano que estos módulos de lectura fungían como plataformas sociales. Las personas veían los módulos más como una plataforma para empoderarse y hacer un bien por su ciudad”, señala.
La confianza como hábito
Avilés y sus compañeros no solo desean que cuando se refieran a su ciudad natal se pueda pensar inmediatamente en algo distinto a lo tradicional, sino que cuando pensemos en nosotros mismos como mexicanos podamos sabernos como personas dignas de confianza.
“La oportunidad que te presenta el módulo es la de hacer las cosas bien cada que lo visitas. Nadie te va a estar observando, pero es una oportunidad para regresarle a tu ciudad esta confianza. Uno de mis lemas es que un mexicano es digno de confianza de otro mexicano, aunque parecería que el lema del mexicano, es todo lo contrario.
“Este proyecto lo que busca precisamente es eso, que no necesitamos clavar los módulos al piso, no necesito que tengan un guardia en cada módulo, no necesito a una persona que esté tomándote los datos para que te lleves un libro porque un mexicano es digno de confianza de otro mexicano”, explica Avilés.
El programa está inspirado en los dispensadores de periódicos que se encuentran en ciudades californianas como Los Ángeles o San Diego donde, tras pagar un ejemplar, la caja se abre, dejando libres todos los ejemplares.
“Uno pensaría que en México eso no podría suceder y ese precisamente es el tema: demostrar que sí. Si nunca lo intentamos y nunca brindamos esta confianza, jamás nos hubiéramos dado cuenta que claro que sí. Aunque pensemos que el mexicano carece de valores, todo lo contrario, jamás hemos tenido una caja vandalizada en todo este tiempo”, recuerda.
Un proyecto en expansión
Un total de 200 módulos de lectura creados por este colectivo se encuentran actualmente diseminados por todo el territorio tijuanense, pero el movimiento de Lectores urbanos está lejos de detenerse.
“Si bien el proyecto empezó en Tijuana, tenemos actualmente módulos en todas las ciudades del estado de Baja California, tenemos módulos en Sonora, tenemos un módulo que acabamos de enviar a la Ciudad de México.
“Hasta este año tuvimos la primera colaboración de un proyecto con el ayuntamiento de Tijuana, específicamente con el Sistema Integral de Transporte, con la intención de reactivar las estaciones. Tuvimos una intervención artística, se pintaron murales en 17 estaciones y en cada estación el artista que intervino el mural también intervino un módulo”, comenta el fundador de Lectores urbanos.
Adicionalmente, el colectivo tiene un acuerdo con el Metro de Monterrey, donde instalarán sus códigos QR.