Leer en México

  México es el país latinoamericano que más ha gastado en la historia en programas de fomento a la lectura. No solo fuimos durante un sexenio, “país de lectores”, sino que se pusieron en marcha a lo largo de tantos años bibliotecas de aula, rincones de lectura, formación de profesionales, programas dentro y fuera de la escuela, en casas de cultura, en plazas púbicas, en bibliotecas, en casas, hasta en el quinto patio. Por otro lado, y esto es importante, hay cientos de ferias del libro y de festivales literarios, casi se han convertido en una sustitución de lo literario. Muchas personas asisten para oír leer y charlar, para tomarse una selfie, para conseguir un autógrafo en el programa de mano, no necesariamente para comprar libros. Aunque las encuestas de INEGI digan que no llega al 20% el mexicano que afirma que no lee porque los libros son muy caros (casi el 70% en cambio afirma que no lee porque no tiene tiempo) sería falso construir una dicotomía donde no la hay. En México -comparado con el salario mínimo- los libros son carísimos y prohibitivos para la mayoría de la población. Sin acceso a los libros -a la contigüidad de lo cultural- difícilmente se puede crear el hábito de la lectura. Sin embargo ha habido programas en el Metro, con Policías, en bibliotecas públicas, en zonas particulares del país (Guadalajara, con Jaume Mor fue pionero en un programa de club de lectura en las calles llamado libros libres) y hay una avidez innegable de jóvenes lectores por conseguirse lecturas, como sabe cualquiera que haya ido a secundarias y primarias a fomentar la lectura, o a preparatorias con jóvenes a los que se les cuecen las habas por seguir leyendo a pesar de lo escasos que puede ser, para ellos, los libros.   ¿Libros baratos? Sí, por qué no. ¿Libros regalados? Sí, por qué no. Libros en todos lados. Libros como canasta básica, pero con programas modernos de lectura a lo largo del país. Hay que acercar el libro al lector futuro y luego acompañarlo por unos meses, quizá años, hasta que tenga el habito. Según la Unesco en México se lee medio libro por habitante al año. Pero nunca se ha medido cuántos libros se prestan, a veces hasta diez veces, por volumen. Nunca se ha medido correctamente. Mi impresión es que en México se lee más de lo que creemos.   ¿Una oficina del libro, como en Francia, que es lo que Paco Ignacio Taibo II está intentando al reunir el FCE con Educal y con la Dirección de publicaciones? Bienvenida. Reunir en una sola iniciativa la producción de libros y la distribución de los mismos es fundamental. Se necesita sin embargo incluir el papel -como hace Conaliteg, por ejemplo, con las miles de toneladas de papel reciclado de las oficinas públicas, entre otros-, y a la industria editorial. No se puede “forzar” a la iniciativa privada a bajar los precios, se debe ayudar a la publicación, no solo coeditando, sino abaratando el papel, quitando impuestos. Hay que favorecer no solo las a veces añejas librerías de Educal, sino también las pequeñas librerías de provincia, pagándoles por ejemplo predial, luz, para que se puedan mantener, como se hace en Francia con el impuesto a la fotocopia. El precio único ha sido ejemplar también, en equilibrar la industria y permitir que la editorial independiente crezca.   ¿Impuestos a los libros importados, como se hizo en Argentina? No creo en el impuesto al libro, pero lo cierto es que México es el principal mercado del libro español fuera de la península ibérica y eso hace que los editores independientes de nuestro país sufran o que las traducciones sean en un español a veces ilegible para nosotros. El crecimiento durante los años de kichnerismo en Argentina del libro independiente debería hacernos reflexionar entonces sobre otros medios de favorecer la industria local.   Lo más importante, a mi juicio, es que por vez primera desde que tengo uso de razón se está discutiendo el tema del libro públicamente. Bienvenido el debate, bienvenidas las iniciativas. Es tiempo de sumar por un país verdaderamente lector y crítico. El libro, finalmente, como la prensa libre, es el otro garante de la democracia.  

COLABORADOR

@pedropalou