Una voz irrumpe en la plaza, los comensales de los comercios cercanos levantan la mirada y prestan atención. La poesía empieza a fluir, es un sonido extraño en medio de los ruidos que normalmente circundan la Plaza San Fernando, de Guanajuato. Al final de cuentas, dice la escritora y editora Mónica Nepote (Guadalajara, 1970), lo que la poesía grita es: “¡Aquí hay vida!”.
Esta vez son Odette Alonso, Maricela Guerrero y Carla Faesler las poetas que unen su voz. Se trata de los Asaltos poéticos que Nepote ha curado para el Festival Internacional Cervantino (FIC) y que forman parte de las actividades que la Ciudad de México trae a la ciudad minera como invitada de honor. Son irrupciones espontáneas de palabras, siempre en espacios públicos y que intentan sorprender al transeúnte, descolocarlo de la cotidianidad.
Los Asaltos poéticos, dice Nepote, “son varias cosas, una es tomar de nuevo la ciudad, que la poesía tome la ciudad, los espacios abiertos, todos estos espacios que nos son ya muy difíciles de habitar por toda la situación y las tensiones en nuestro país; quisimos, en el marco del Cervantino, abrir la ciudad a la poesía, por otro lado, es remarcar las voces de la poesía”.
En total participan 11 poetas, 7 mujeres y cuatro hombres, quienes irrumpirán en plazas y espacios públicos, tres o cuatro a la vez o en solitario, ya sea en San Fernando, en el Baratillo, la estación del Ferrocarril o cualquier otro espacio que se interponga en el camino. Además de Alonso, Guerrero y Faesler, también participan Rosario Loperena, Michelle Pérez-Lobo y David Ramírez Cacho, y Jimena González, Mimi Kitamura, Pávido Návido y Daniel Téllez.
Preocupación social
Todos ellos, con “ciertos discursos en la poesía que me parecen importantes: las migraciones, las preocupaciones ambientales, la reflexión sobre la violencia social y política en el país. Me parece que tenemos muchas voces muy diversas con mucha potencia, hablando y conversando y preocupándose también por temáticas que tienen que ver o están situadas en la Ciudad de México, pero que de alguna manera permean a través del lenguaje hacia muchas preocupaciones que podemos también ver reflejadas en los escuchas de una ciudad como Guanajuato”.
La irrupción poética de esas voces es al mismo tiempo una postura frente a la vida: “Hay un pensador italiano, Franco Bifo Berardi, que en su libro La sublevación argumenta cómo el lenguaje ha sido sustraído, apañado por la economía, cómo todo el monstruo del capital, de la producción, se ha posesionado del lenguaje y lo ha vuelto corto, una manera de subvertir ese efecto, él lo dice, es la poesía”.
Pero no solo porque lo diga Bifo, afirma Nepote, “sino que es eso es lo que vemos cuando nos dedicamos a la escritura. ¿Qué queremos?, agarrar el lenguaje y decir, sí tenemos un bien común, ese es el lenguaje, el lenguaje es de todos y todas, el lenguaje está ahí para ser explorado, para poder reflexionar, para compartir preocupaciones, para compartir belleza, para gozar pero también a veces para llorar o acompañarte”.
La poesía, agrega, “es un punto de unión y es un punto de experimentación, la poesía lo tiene todo: puede ser tradicionalmente amorosa, es también una forma de cuidar o proteger a una persona, un amigo, una amiga que está triste, pero al mismo tiempo puede romper cosas, y romper el lenguaje y hacer un experimento, poner mi cuerpo y explorar, y eso que significa estar vivos y vivas, creo que al final de cuentas eso es lo que grita la poesía, ¡aquí hay vida!”.
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