“Dime qué comes y te diré quién eres”, decía el filósofo y escritor Jean Anthelme Brillat – Savarin, autor del primer libro de gastronomía que explica la forma correcta de disfrutar de la comida y cómo saber qué ingerimos, desde finales del 1700.
Un lema que esconde mucha más verdad que ficción. Al igual que el “dime con quién andas y te diré a quién te pareces”, la realidad es que el ser humano es el resultado de un cómputo de situaciones, circunstancias, casualidades y comportamientos. Por ello, en función de la dieta de cada persona puede variar su salud, el funcionamiento de su organismo o de su sistema digestivo. Así como a partir de la compañía, se entienden ciertos comportamientos en las personas.
Comer sano a veces genera ansiedad en las personas que desconocen el verdadero potencial de los alimentos y no saben cómo combinarlos para conseguir resultados óptimos en cada receta.
La alimentación es, sino el que más, uno de los factores que la sociedad debería priorizar por encima de cualquier otra cosa, porque de una buena nutrición depende algo tan básico y sencillo como una vida sana, larga y duradera.
De hecho, tal es la importancia de la comida, que la industria del ocio y el entretenimiento apuesta por este tema y sus contenidos. Incluso existen libros que compiten con otras temáticas populares como las apuestas para dar información a los lectores.
En este artículo, descubrimos cómo comer sano y las mejores recetas para ello.
¿Cómo saber si estoy comiendo sano?
La alimentación es un campo que, aunque está muy a la orden del día en medios de comunicación, redes sociales y televisión, realmente no está lo suficientemente explotado a la hora de dar a conocer a las personas los consejos o tips más básicos y sencillos para aplicar en el día a día.
Nutricionistas y expertos en salud alimentaria recomiendan aprender qué tipos de comestibles son básicos de cada temporada del año, para que la dieta incluya además de los nutrientes, hidratos, frutas, verduras y procesados, tipos de ingredientes de distintas épocas del año.
Con la llegada del verano, es normal que las personas prefieran comidas más ligeras, frescas y sabrosas que el típico plato de legumbres, ya sea lentejas, habichuelas o judías. Pues bien, los nutricionistas y dietistas defienden esta idea, solo que recomiendan saber qué importancia tiene cada comestible, como se explica en la pirámide nutricional, que a veces incluye ideas de platos variados para los más inexpertos.
Los alimentos de temporada de verano
Mayo es considerado por los dietistas, ese mes tránsito hacia el verano. Al igual que en casa, a finales de abril o principios de mayo, depende del año, se empieza a hacer el tan odioso cambio de armario, debería pasar igual con la comida. La sociedad está acostumbrada a decir adiós a esa chaqueta tan ideal de invierno, al abrigo de pelo, las botas Hunter de moda, los botines, jerseys y bufandas, dando paso a las gafas de sol, los pantalones cortos y las sandalias. Pero, el cambio también llega a la cocina.
Mayo es el mes de decir adiós, por unos meses, a las alubias, los callos, el cocido, las sopas de marisco, las lentejas, las habichuelas y las patatas a la riojana, para dar la bienvenida a otro tipo de alimentos o más bien, cocinar estos mismos, pero de una manera más ligera y fresquita, que es lo que pide el cuerpo en el verano.
La fruta y la verdura
Según varios estudios nutricionales, la fruta debe ser ese fiel compañero de vida en todas las épocas del año, sobre todo por su alto contenido en vitamina A, hierro, calcio y ácido fólico, que además de dar energía a la persona, contribuye al correcto funcionamiento del organismo, fortaleciendo el sistema inmunológico. Aunque son varias las frutas del verano, la más consumida según los dietistas es el melocotón, la sandía, las cerezas, las fresas, los albaricoques, las frambuesas y el melón.
En cuanto a la verdura, no hay margen de duda de que debe llenar tu nevera independiente del mes del año en el que estemos. Es cierto, que en verano las que más se ven en los frigoríficos, fruterías y supermercados serían las acelgas, las lechugas y las espinacas, por las múltiples opciones que ofrecen para consumirlas. Desde una ensalada simple y sencilla, hasta un plato digno de Mastercheff.
Las mejores sopas frías
Cuando hablamos de dejar a un lado la sopa, los expertos se refieren al caldo caliente que salva vidas después de un resfriado o de una noche fuera de casa. Pero ésta es ese tipo de alimento que siempre viene bien, además de estar hecha con agua, aporta nutrientes adicionales que las personas necesitan en verano para combatir el calor y tener mayor cantidad de proteínas en el cuerpo.
La sopa fría de pepino, aunque puede parecer menos común es una de las ideas más buenas, rápidas y sencillas para el verano. Solo se necesita pepino, apio y sandía, se mezclan los tres ingredientes, se añade el aliño de aceite de oliva y sal al gusto y listo para comer.
La sopa fría de aguacate. El aguacate puede decirse que ha revolucionado la cocina de gran parte del mundo. Este ingrediente que hace unos años era casi desconocido, ahora es el mejor amigo de muchas personas para las comidas, desayunos y cenas más deliciosos de la semana. La sopa de aguacate añade también el caldo de verduras, por lo que es un plus a la hora de comer sano. Y por supuesto, el gazpacho típico andaluz, con tomates de temporada, pepino y mucho pan al más puro estilo Karlos Arguiñano.
MMV