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Semana Santa: Algunas de las celebraciones más insólitas y sorprendentes en México

Entre la fe católica y las tradiciones prehispánicas, la Semana Santa en México adquiere tantas formas como la variedad de culturas que lo habitan. Presentamos algunas de las celebraciones más icónicas para pasar estas fechas en nuestro país

TENDENCIAS

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La Semana Santa en México adquiere tantas formas como la variedad de culturas que lo habitan Créditos: Foto: Cuartoscuro

Tewerichic, Chihuahua

En Semana Santa, las serranías chihuahuenses se convierten en el punto de encuentro entre la cosmovisión prehispánica de la comunidad tarahumara y la tradición católica que encontró en las fiestas del Tewerichic una vía para enriquecer y consolidar su proyecto evangelizador. Aprovechando la coincidencia de las fechas con la Semana Santa, hoy las fiestas rarámuris conjugan elementos de ambas doctrinas para rendir tributo a Rayénari y Metzaca, las deidades del sol y la luna; celebrar el inicio del ciclo agrícola; envolver a las iglesias locales con danzas tradicionales  y representar la batalla entre el bien el mal, con figuras de Dios y el Diablo.

Procesión del Silencio, San Luis Potosí

Tras dos años sin celebrarse debido a la pandemia, la Procesión del Silencio, realizada en San Luis Potosí desde desde 1954, regresa este año para que, tanto creyentes locales como visitantes de todo el país, puedan recrear, una vez más, la Pasión y Muerte de Cristo, a través de un Vía Crucis que recorre el centro de la ciudad. Partiendo del Templo del Carmen cuando cae la noche, la procesión –similar a la que, desde el siglo XIV, toma las calles de Sevilla la noche del Jueves al Viernes Santo– reúne a músicos, tamborileros, cerca de 30 cofradías y participantes ataviados con túnicas y encapuchados, en señal de luto.

La Judea, Guanajuato

En la comunidad de Purísima del Rincón, Guanajuato –un estado acostumbrado a escribir y reescribir la historia–, las representaciones de Semana Santa tienen como protagonista a Judas Iscariote, quien traicionó y entregó a Jesús a los romanos.

Celebrada por primera vez en 1873, hoy, la puesta en escena, que se extiende desde el Jueves hasta el Sábado Santo y que termina con la ejecución de Judas, puede reunir hasta 20 mil espectadores mientras que los intérpretes llegan a usar hasta 3 mil máscaras de madera, creadas artesanalmente por los habitantes de Purísima y que pueden alcanzar un precio de 3 mil pesos.

Ritual de la sardina ciega, Tabasco

Otra de las tradiciones que sobrevive desde tiempos prehispánicos, el Ritual de la Sardina Ciega fue concebido por la comunidad zoque para agradecer a la Tierra la llegada de la temporada de cosechas. La ceremonia comienza en la iglesia de Santiago Apóstol, construida en el siglo XVII en el Pueblo Mágico de Tapijulapa, en donde los participantes, vestidos con prendas blancas, paliacates rojos y sombreros, presentan sus ofrendas antes de recorrer las calles de la comunidad, con dirección a la paradisíaca Reserva Ecológica Villa Luz, al ritmo de flautas y tambores.

Mundo creyente

Un recorrido por algunos de los sitios más emblemáticos en donde celebrar Semana Santa.

Guatemala

Además de las decoraciones con palmas en los hogares, en Semana Santa, los habitantes de Antigua visten las calles de la ciudad con “alfombras” coloridas de arena pintada, flores, plantas y hojas de pino, que marcan el camino que las diferentes procesiones habrán de seguir durante las celebraciones.

España

Uno de los países con mayor variedad de celebraciones de Semana Santa en Europa, las diferentes provincias, ciudades y comunidades españolas cuentan con fiestas propias. Quizás las más icónicas sean las de Valladolid y Sevilla, en donde miles de personas participan en las procesiones.

Jerusalén, Israel

Punto de encuentro de diferentes creencias, la ciudad de Jerusalén es el sitio ideal para adentrarse en los pasajes bíblicos que inspiran las fiestas de Semana Santa alrededor del mundo. Caminando sus calles, los viajeros se encontrarán con aquellos sitios legendarios que sirven de escenario para los textos religiosos.


POR DOMINGO ÁLVAREZ

MAAZ