El mundo está cambiando de manera acelerada. El anterior orden mundial, en que la seguridad era de alguna manera garantizada por un sistema de reglas bajo la Pax Americana, está en un proceso de liquidación. Esto va a llevar a un escenario en que cada Estado debe de ser lo suficientemente fuerte para proteger a su población, su territorio y sus intereses, económicos, políticos y sociales.
La Secretaría de Marina (SEMAR) generó un documento que detalla las ocho funciones que debe ejercer de cara a 2030. Si bien sus funciones incluyen aquellas que tradicionalmente han caracterizado a la SEMAR, este sexenio muestra una evolución de pensamiento muy a la par de los cambios en las condiciones geopolíticas en el mundo. Estos cambios incluyen, por primera vez en la historia moderna de México, funciones como la preparación para la defensa, el resguardo de nuestras fronteras y la protección de su Estado de Bandera, su flota de marina mercante y pesquera.
La preparación para la defensa tiene una connotación de política exterior e incluye conceptos relacionados con estudiar y entender las dinámicas en las relaciones internacionales. La función principal de la SEMAR será el adiestramiento constante en cuanto a guerra naval, pues ha estado inmersa en funciones que tienen que ver más con la guardia costera. Ello, requiere de adiestramientos constantes y de elevar el nivel de interacción y ejercicios con otras fuerzas navales.
La protección del Estado de Bandera requiere de la obtención de medios adecuados, en este caso buques de guerra para la protección de la Marina Mercante, de la flota pesquera y de las plataformas petroleras. La Armada de México cuenta con una sola fragata, la ARM Benito Juárez, que entró en servicio en 2020, pero tiene la infraestructura necesaria para construir por lo menos otras tres en el Astillero de Marina No. 1 en Salina Cruz, Oaxaca, de ahora al 2030.
El gobierno de México ha invertido por lo menos 20 mil millones de pesos para generar esta capacidad, que pocos países poseen, por lo que es imperativo que la aproveche. A la par de ello, puede equipar a sus actuales patrullas oceánicas con armamento antiaéreo, antibuque y antisubmarino, incluyendo sonares retráctiles, transformándolas en corbetas. Los ASTIMAR No.1 y el No.2 en Tampico también tienen la capacidad de construir este tipo de embarcaciones y existen diseños nacionales existentes como la clase Oaxaca.
SEMAR también tendrá que considerar las dimensiones aéreas y submarinas, por lo que debe de contemplar una expansión de su flota de aviones de patrulla marítima, guerra antisubmarina y antibuque, así como comenzar a estudiar el desarrollo de una flota de submarinos. En ambos casos, aviones y submarinos tripulados y no tripulados.
Lo que la SEMAR ahora deberá planear y plasmar es cómo transformar esto que parece un gasto en una serie de proyectos de inversión, que generen fuentes de trabajo, economías de escala, desarrollo industrial naval y tecnológico, a través de establecer las condiciones para atraer inversión extranjera directa y enlazarla con proveedores y socios nacionales.
Ya no es momento de pensar el ¿Por qué es necesario?, el Alto Mando de la SEMAR lo tiene muy claro. Ahora se trata de ¿cómo?
POR IÑIGO GUEVARA
DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA DE INTELIGENCIA JANES Y PROFESOR ADJUNTO DE GEORGETOWN UNIVERSITY EN WASHINGTON, D.C.
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