Los roles que cada uno de nosotros tenemos en el entorno familiar han estado dictados de manera inconsciente desde el momento que nacimos, adjudicando a la mujer los roles de cuidado del hogar y la familia, mientras que al hombre el de la proveeduría y aportación económica. Normalmente aceptamos estos roles con normalidad, porque quizá vimos a nuestros padres ejercerlos en ese mismo orden o, porque la sociedad en la que convivimos ha dictado esa norma por muchos años, pero ¿Cuántas oportunidades de impactar positivamente hemos dejado pasar, por hacer las cosas como nos las han enseñado?
Mi hija pequeña de 11 años me dijo hace un par de meses –Mamá, mi papá es el único que va a la clase de baile por su hija. –Y eso ¿te gusta? –le pregunté. –Si mamá, porque ahora tengo muchas pláticas y momentos solo con él –fue su respuesta inmediata. Mostrándome este gran impacto que podemos causar en las nuevas generaciones con cambios que a veces consideramos pequeños, esta afirmación tan significativa para la autoestima de mi hija y su sano crecimiento se debió a un reacomodo de las actividades en casa y en las que, en conjunto con mi esposo, acordamos que él participaría activamente.
Durante décadas, los roles de mujeres y hombres en su gran mayoría permanecieron inamovibles, definidos por las normas sociales y culturales con las que crecimos. Sin embargo, hoy vemos que cada vez más mujeres tienen una participación económicamente activa, por lo que el rol de proveeduría ya se está dividiendo, pero la responsabilidad del trabajo no remunerado en la mayoría de los casos, la siguen asumiendo las mujeres en el hogar.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señala que el valor económico al que ascendió el trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados fue de 8.4 billones de pesos, equivalente al 26.3% del Producto Interno Bruto, al cual las mujeres aportaron 71.5% y los hombres el resto. Y si revisamos la aportación en horas, las mujeres invirtieron el 63.7% de horas de trabajo a labores domésticas y de cuidados, mientras que los hombres solo el 27.9%. Aunque a veces parece que esta estadística no la conocen los jueces de lo familiar en México, y desconocen el derecho de las mujeres en esta situación a percibir una remuneración o una participación en los activos familiares, por el solo hecho de dedicarse al cuidado y desarrollo a su familia.
En porcentajes, la aportación de hombres y mujeres a la familia es desigual, ellas aportan 100% a las labores no remuneradas y cuidado a la familia, pero además ahora comparten las responsabilidades económicas de 50%; mientras el hombre ahora divide ese 100% de la responsabilidad económica y aporta 50%. Es decir, con la redistribución de roles en donde la mujer ahora es económicamente activa, han incrementado sus responsabilidades a un 150% con la familia, generando agotamiento, sobresaturación y una mayor carga mental. Quizá es difícil de imaginar, pero hay mujeres que están en una sala de reunión defendiendo los intereses de su empleador o cliente con valores de millones de pesos y, al mismo tiempo tienen que estar pendientes de si la abuelita, la amiga o la tía llegó a tiempo a recoger a su hija al colegio. Con la preocupación y estrés que esto genera de manera natural a cualquier madre y sin posibilidad de controlarlo a la distancia.
Además, es indispensable replantearnos la redistribución de las obligaciones y tareas en el hogar de manera equitativa, para repartir la carga mental y porque tiene beneficio para todos los miembros de la familia; por ejemplo, se fortalecen las relaciones familiares, se robustece la autoestima de cada uno de sus miembros, y los hombres generan relaciones más cercanas con sus hijos, que por su parte tienen derecho a convivir con su padre de la misma forma que lo hacen con su mamá.
No se trata solo de dividir las tareas o pensar que el hombre está “ayudando” o “haciéndole el favor” a la mujer en las tareas del hogar, es un cambio en la mentalidad y en las normas culturales que han perpetuado la desigualdad. La corresponsabilidad en la crianza de los hij@s es el primer paso para dejar atrás los estereotipos, y que además nos ayudará a formar personas más felices y colaborativas; porque todos crecen de forma integral y sana, en una familia donde todos participan y tienen responsabilidades definidas, además de que esto brinda a las mujeres una mayor oportunidad de crecer y desarrollar sus carreras y profesiones, compitiendo en una pista más pareja.
POR ANA DE SARACHO
FUNDADORA Y CEO “YO EN GESTIÓN 360°”
ANADESARACHO@YOENGESTION360.COM,
LI: ANA DE SARACHO, IG:@ADESARACHO
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