Hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Este año, Naciones Unidas reivindica ampliar la igualdad de derechos, el poder y las oportunidades para todas, con un futuro feminista en el que no se deje a nadie atrás, pero en realidad las condiciones en el mundo dificultan alcanzar esas metas.
Hoy en día, más de 600 millones de mujeres están afectadas por las diferentes guerras en el mundo, por ejemplo, Ucrania, la Franja de Gaza, Sudán del Sur, el Líbano o Siria. Ahí las oportunidades están limitadas o nulas y, por el contrario, amén de los peligros presentes por definición, muchas de ellas son además víctimas de abusos sexuales o maltrato.
Según la ONU, el empoderamiento de la próxima generación es el núcleo de esta idea, ya que la juventud, en especial las mujeres jóvenes y las niñas adolescentes, serán las protagonistas de cambios duraderos en el futuro, por supuesto desde una óptica occidental.
Porque para países como Afganistán o Irán esos propósitos son letra muerta. De entrada, la represión está legalizada en esos países: adultas, jóvenes y niñas no pueden alzar la voz en público, ni mostrar la cara, no pueden estudiar, ni trabajar, por sus preceptos religiosos, que tienen un cariz de sometimiento a todas luces.
Este año, también, marca el 30 aniversario de la Declaración de Beijing, clave en el avance de la igualdad de género que ha conseguido mucho desde su adopción en la protección jurídica, el acceso a servicios, la participación de las mujeres y los cambios en normas sociales, ideas y estereotipos enquistados en el pasado.
El asunto es que, en Occidente, las cosas tampoco pintan bien; tan solo la llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos inyectó un alto grado de vulnerabilidad a los derechos de las estadounidenses, como es el caso del aborto.
No se queda atrás su par de Rusia, Vladimir Putin, acusado de crímenes de lesa humanidad por el robo de niños y asesinato de madres ucranianas, por la cacería y muerte de la periodista opositora Anna Politkovskaya o por la persecución al colectivo artístico "Pussy Riot”.
El presidente de Argentina, Javier Milei, aprendiz de Trump, en cuanto asumió el poder, cerró el Ministerio de las Mujeres con el argumento de reducir el gasto social, pero no se le ocurrió otra área sino la que protege a las argentinas.
O el saliente presidente de Ecuador, Daniel Noboa, quien ha buscado todas las formas legales y no para apartar del poder a su vicepresidenta Verónica Abad.
Entre los llamados izquierdistas también se cuecen habas, el mandatario colombiano Gustavo Petro relegó a su vicepresidenta, Francia Márquez, del Ministerio de la Igualdad, en una prueba más de una ruptura entre ambos y en donde la funcionaria ha señalado que teme por su vida.
En fin, las mujeres en el mundo enfrentan diario nuevos retos, tanto las que viven en medio de las guerras, como las que migran en busca de nuevas oportunidades, pasando por las ejecutivas que siguen siendo relegadas o las que están en la política; todas tienen que seguir luchando por sus espacios y respeto.
Para este año el lema de la ONU es “Para todas las mujeres y niñas: Derechos. Igualdad. Empoderamiento”.
POR ISRAEL LÓPEZ GUTIÉRREZ
COLABORADOR
@PAPADEPONCHO
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