Hiel y Miel

Populismos

La publicación en 2021 de Amado Líder (Edit. Harper Collins), de este destacado periodista argentino, me apasionó, horrorizó y me ilustró. Al releerlo vuelve

Populismos
Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Con la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EUA, recordé una entrevista que tuve la oportunidad de hacer hace un par de años a Diego Fonseca, entonces columnista de The New York Times y El Confidencial de España. Lo rememoré porque de nueva cuenta en mi trabajo periodístico enfrento el casi inexplicable fenómeno del populismo. En esta vida, las personas y las naciones nos tropezamos varias veces con la misma piedra. La persistencia de esta forma de autoritarismo lo comprueba.

La publicación en 2021 de Amado Líder (Edit. Harper Collins), de este destacado periodista argentino, me apasionó, horrorizó y me ilustró. Al releerlo vuelve a producirme exactamente las mismas reacciones que la primera. En un poco menos de mil páginas el autor nos lleva a una descripción detallada, documentada y al mismo tiempo sencilla sobre las características y las razones de ser del populismo en este siglo XXI que tanto estamos padeciendo.

Recordemos que el número de gobernantes populistas -de derecha o izquierda- en el mundo se duplicó a partir del año 2000. Ahí van algunos de los nombres más conocidos: Trump, Orbán, Putin, Erdogán, Maduro, Bukele o Milei. Para no hablar de lo que sucedió y sucede en nuestro país.

Algunas de sus características comunes son: surgen del deterioro de un sistema de partidos del que la población está harta y cansada; los gobiernos anteriores a su llegada eran en términos generales corruptos y no habían dado atención suficiente a las clases más vulnerables y la desigualdad era ya intolerable a su arribo. Resultan ser una especie de mutación política derivada de los malos gobiernos. Encarnan a un gobernante justiciero que representa una esperanza para esa entidad indefinible que ellos llaman “el pueblo” (que en México además es bueno y sabio).

Son individuos supuestamente carismáticos, con un lenguaje sencillo y manipulador que con su narrativa atraen a una feligresía que los sigue ciegamente. Son nacionalistas, tienen un discurso beligerante contra las élites políticas, económicas o raciales que tienen la culpa de lo que les sucede a los buenos que son el pueblo que los aclama. Todos los amados líderes polarizan, jamás buscan acuerdos ni tienden puentes con los despreciables “otros” (conservadores, neoliberales, oposición) y solo se puede formar parte de los buenos si tienen lealtad absoluta al caudillo.

Desconocen la ciencia y las expresiones culturales que no se adecuen al pensamiento e ideología del mesías. ¿Le recuerda a alguien? No les gustan los intermediarios y otorgan sus apoyos directamente y desapareciendo a las instituciones que se opongan a sus designios.

Después de revisitar el libro de Fonseca entiendo más a los Amados Líderes y al mismo tiempo comprendo menos lo que nos sucede. Serenidad y paciencia, digo.

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

MAAZ

 

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