El proyecto inédito de Claudia Sheinbaum Pardo consiste en la construcción de más de 3 mil kilómetros, que consta de cuatro fases con 13 tramos del territorio nacional. Marca un antes y un después en la historia de la infraestructura ferroviaria de México, una iniciativa que tiene el potencial de transformar el transporte como nunca antes, además se erige como un acto de recuperación de la soberanía económica y territorial de México.
La importancia histórica de este proyecto responde a la necesidad de revertir, como muchas acciones apátridas de gobiernos anteriores, como lo fueron la de Ernesto Zedillo y la del peor presidente de la historia de México, Vicente Fox, quienes desmantelaron la red ferroviaria que durante décadas se construyó hacia el sureste, centro y norte del país, en un acto de favoritismo a empresas constructoras de red carretera.
La historia de la red ferroviaria en México ha sido una de grandes avances y retrocesos. A principios del siglo XX, la construcción de ferrocarriles fue una de las obras más trascendentales para la integración del país. El ferrocarril fue el motor de la revolución industrial mexicana, conectando el norte y sur del país, promoviendo el intercambio económico y la movilidad de millones de mexicanos. Sin embargo, a partir de las décadas de 1990 y 2000, durante los gobiernos de Zedillo y Fox, se inició un proceso de desmantelamiento que, bajo la justificación de la modernización y la privatización, resultó en la pérdida de una infraestructura estratégica y vital.
En 1995, bajo el gobierno de Ernesto Zedillo, se implementó un proceso de privatización de los ferrocarriles nacionales. Esta decisión, que se presentó como una medida para reducir el gasto público y aumentar la eficiencia, trajo consigo la fragmentación de la red ferroviaria y el abandono de tramos completos de vital importancia para el desarrollo regional. Empresas privadas, más interesadas en la rentabilidad de rutas específicas que en el servicio a toda la nación, comenzaron a operar, lo que provocó que muchas regiones, especialmente las rurales y más alejadas, quedaran desconectadas.
Posteriormente, bajo la administración del peor presidente de la historia de México, Vicente Fox, este proceso se consolidó con una falta de visión a largo plazo, y la red ferroviaria se privatizó, donde el Estado se desentendió de su responsabilidad histórica de garantizar un servicio público integral.
Las consecuencias de estas decisiones se reflejan en el estancamiento económico de muchas regiones, en el aumento de la dependencia de las carreteras para el transporte de mercancías, y en un incremento en los costos logísticos y la congestión de los puertos y las ciudades.
El proyecto de Claudia Sheinbaum, en contraste con estas políticas neoliberales del pasado, se presenta como una verdadera apuesta por la soberanía nacional y la integración del país. Su propuesta, que busca recuperar y expandir la red ferroviaria, se fundamenta en una visión nacionalista que pone en primer plano la importancia de un sistema ferroviario eficiente para conectar de manera integral a los diferentes territorios de México. El tren es, en este sentido, un símbolo de la unidad nacional y un elemento crucial para el desarrollo económico sostenible, ya que permite un transporte masivo de bienes y personas a costos reducidos, a la vez que reduce la huella de carbono y mejora la competitividad del país.
La inversión en la red ferroviaria es, además, una inversión en la dignidad de las comunidades rurales y marginadas que han sido olvidadas por las políticas de los gobiernos neoliberales. En este sentido, la propuesta de la Presidenta Sheinbaum es también un acto de justicia social, una manifestación de que el progreso debe llegar a todos los rincones de la nación.
Ante los embates del gobierno del país vecino del norte, la inversión extranjera directa de otras latitudes del mundo, representarán un aliciente extraordinario para demostrar que la dependencia económica con los Estados Unidos puede ser finita.
POR RICARDO PERALTA
COLABORADOR
@RICAR_PERALTA
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