Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Jaime Sabines: “Los amorosos”, 1983.
No solo en nuestro país, pero en México tenemos la inveterada costumbre de conmemorar los decesos tanto o más que los nacimientos. Será esa delectación por la muerte y sus símbolos más acabados como la calavera, que se aduce es una seña de nuestra identidad nacional. No lo sabría de cierto, aunque en el caso del poeta chiapaneco Jaime Sabines (25 de marzo, 1926-19 de marzo, 1999) ambas fechas nos conmueven por su capacidad de establecer comunicación profunda con sus lectores, habiendo creado legiones de audiencias de poesía. Mérito trascendente en una sociedad que le ha dado la espalda a la lectura desde siempre.
Este escritor, gozoso y desenfado por naturaleza, ha hecho más por promover el disfrute de la literatura, el embeleso de vivir entre líneas y caracteres tipográficos, que todas las estrategias gubernamentales y privadas en favor de la lectura. Y, además, sedujo y lo sigue haciendo a un sinfín de generaciones gracias al tratamiento de temas amorosos, cotidianos y hasta evocativos de la muerte de su propio padre, logrando que la poesía conquistara sitiales de atención nunca conocidos antes. Hacedor pues, de milagros.
Gracias a José Antonio Lugo, notable promotor cultural, editor y escritor, la Casa Jaime Sabines de la Alcaldía Álvaro Obregón (avenida Revolución 1747, San Ángel, CP 01000, frente al exconvento del Carmen), renovada a detalle por el compromiso con la cultura, la educación y las artes del alcalde 2024-2027 Javier López Casarín, organizó el martes 25 de marzo un homenaje literario, que incluyó como manjar la conferencia de Pilar Jiménez Trejo, su acuciosa biógrafa; así como un maratón de lectura de sus principales composiciones en las voces de las poetas Elvia de Angelis, Lilia Barbachano, Dulce Chiang, Blanca Luz Pulido, Norma Salazar, Julia Santibáñez y Alicia Eugenia Segura.
Como reza la máxima: “honor a quien honor merece”, pues quien acicateó los apetitos devoradores de versos de nuestra juventud, será objeto del festín de sus poemas por brillantes escritoras que en más de un sentido han crecido al amparo de sus obras. Como olvidar que:
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Recuerdo un abarrotado Palacio de Bellas Artes, en su sala principal y no en la subsidiaria Manuel M. Ponce, donde partió plaza este hombre de pasiones límite un 30 de marzo de 1996 con motivo de su setenta aniversario. Espectáculo nunca antes visto dada la asistencia en miles de sus entusiastas lectores, que evocara los recitales moscovitas de Yevgueni Yevtushenko (1932-2017). El video se puede consultar gratuitamente en https://www.youtube.com/watch?v=yZs8JVNS5gY.
Fue becario del Centro Mexicano de Escritores, y a diferencia de muchos otros gozó del reconocimiento público ya que obtuvo el Premio Chiapas en 1959, el Xavier Villaurrutia del INBAL en 1972; el Elías Sourasky en 1982; el Premio Nacional de Ciencias y Artes Lingüísticas y Literatura en 1983; la presea Ciudad de México en 1991, la medalla Belisario Domínguez en 1994, y el Premio Mazatlán de Literatura en 1996. Enhorabuena a la Casa Jaime Sabines.
POR LUIS IGNACIO SÁINZ
COLABORADOR
EEZ