Columna Invitada

Ignorancia sobre toros

La naturaleza animal se manifiesta de dos formas: los que al sentirse amenazados huyen para evitar el peligro y otros valientes que en lugar de huir, enfrentan el peligro y atacan sin piedad. Ese es el caso de los toros de lidia, como los lobos, no son domesticables

Ignorancia sobre toros
Eduardo Sadot / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

El respeto a la vida en todas sus manifestaciones nos une como humanos.

El espectáculo taurino, polémico, requiere mucho tiempo y espacio, protestas de unos auténticos ecologistas o ambientalistas, otros no tanto, evidencian que entre ellos hay distinciones, los hay políticos y otros verdaderos activistas comprometidos.

Para extinguir a la fiesta brava se requiere seriedad, análisis y argumentos de expertos y no sólo ocurrencias de legos en la materia.

Respetables los argumentos de quienes se oponen con conocimiento profundo de lo que discuten, pero no así de quienes por oídas se pronuncien sin conocer, ni siquiera de todo lo que rodea a ese espectáculo; si supieran, pensarían diferente porque distinguirían entre la vida del toro o el sustento de familias enteras. La naturaleza animal se manifiesta de dos formas: los que al sentirse amenazados huyen para evitar el peligro y otros valientes que en lugar de huir enfrentan el peligro y atacan sin piedad. Ese es el caso de los toros de lidia, como los lobos, no son domesticables, sí habrá algunos casos cuya excepción confirme la regla, pero no es la generalidad. Los toros de lidia son criados conforme a su naturaleza, para combatir (lidiar). Hay toda una cultura e industria mundial dedicada a la preservación de esa especie para que no terminen en rastros olvidados en el anonimato, o su raza se mezcle y se extinga. Ese tema no lo tocan los ambientalistas ni protestan por la cantidad de animales sacrificados en los rastros indistintamente ganado: bovino o vacuno, porcino, ovino, caprino, equino, avícola y canícula.

El respeto que merece la vida animal y todo ciudadano en la expresión o manifestación de sus ideas, también debe preservarse el respeto a la disensión, que es también de dos vías. No aceptarlo es imponer una manera de pensar sobre el otro, algo insostenible. A nadie se obliga a asistir a un evento, pero tampoco se puede negar a nadie el derecho a asistir a un espectáculo, por no estar de acuerdo en su celebración, es la esencia del Estado de Derecho. La discusión se centra en la vida del toro, pero hay más de fondo, el Congreso de la CDMX aprobó prohibiciones de objetos punzantes como puyas, banderillas, estoques, descabellos y puntillas -evidencia ignorancia, por ejemplo, no saben que la puya que aplican los picadores al toro, es para drenar la sangre derivada de la adrenalina del toro y si no lo hicieran, el toro caería víctima de un infarto cerebral porque esa sangre se iría en trombo al cerebro del animal-; protección de los cuernos del toro, los toreros no necesitan de ello; retorno del toro a su ganadería de origen al finalizar el festejo, para ser sacrificados después inútilmente; sanciones por lesiones o muerte de los animales  y limitación del tiempo de la corrida a 10 minutos por toro, con un máximo de media hora en total. Ignorancia supina.

POR EDUARDO SADOT

COLABORADOR

@EDUARDOSADOT 

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