Allá por los años cincuenta y sesenta del siglo pasado se hizo popular la figura del "americano feo", The Ugly American, con base en la famosa novela política de 1958 escrita por Eugene Burdick y William Lederer que describe los fracasos del cuerpo diplomático estadounidense en el sudeste asiático.
Esencialmente, el libro describe los fracasos del cuerpo diplomático estadounidense de la época, cuya insensibilidad hacia el idioma, la cultura y las costumbres locales, y su negativa a integrarse, contrastaban marcadamente con las habilidades de la diplomacia del Bloque del Este (principalmente soviética) y propiciaron los éxitos comunista en política internacional.
Hoy, tal vez ya no se pueda hablar de "el americano feo" en los mismos términos que el célebre libro. Fue una novela situada en plena época de Guerra Fría y como resultado de su publicación el presidente John F. Kennedy estableció su iniciativa política de Cuerpos de Paz en parte para contrarrestar la imagen en el extranjero. Pero hoy las cosas parecen diferentes.
Cierto, hay miles de voluntarios de los cuerpos de paz en convivencia directa con los habitantes de 60 países.
Pero su problema actual es como justificar las acciones de un gobierno que en menos de dos meses hacer simpatía una política de ataques que de entrada provocó una guerra comercial con sus vecinos y principales socios comerciales, México y Canadá, un distanciamiento de sus aliados militares tradicionales en Europa, las presiones al gobierno de Ucrania en medio de una guerra con Rusia con la que inició negociaciones de paz sin consultar con los ucranianos.
Y esto sin contar con que la Bolsa de Valores cayó como resultado de la incertidumbre generada por sus hasta ahora erráticas políticas económicas.
Ciertamente, puede decirse que los intentos de Trump de acercamientos con Rusia y China no son indeseables, aunque difícilmente justificables en los términos que parece desarrollar y a costa de sus alianzas. Por lo pronto, proclamó victoria en un enfrentamiento comercial con la provincia canadiense de Ontario, aunque la verdad sea dicha parece más bien uno de sus recursos de imagen para disfrazar que se vio obligado a recular en la amenaza de imponer aranceles extraordinarios a las exportaciones canadienses hacia Estados Unidos.
Para Andrew Egger, que cubra la Casa Blanca para el diario cibernético conservador The Bulwark (El Baluarte), "la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, puede haber demostrado cómo contrarrestar mejor las amenazas arancelarias de Donald Trump con un poco de adulación y diplomacia performativa. Pero se podría argumentar que el primer ministro de Ontario, Douglas Ford, ha mostrado otra forma de cautivarlo: igualando su mirada de perro alfa, haciéndole reflexionar sobre la posibilidad de un dolor político real y luego dándole una rama de olivo que le permite reducir la tensión sin tener que admitir su debilidad".
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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