La única manera en que no se cumpla el amago arancelario de Donald Trump, es que México haga lo que el presidente de EU quiere: mano dura contra los cárteles de la droga y contención de las olas migratorias que atraviesan nuestro país.
Si nuestro país hace su parte, libraremos la amenaza que generaría un profundo impacto negativo tanto en México como en EU, en cientos de cadenas productivas, miles de empresas y millones de personas.
El punto de saque para Trump es que el gobierno de Claudia Sheinbaum reconozca que él tiene razón. Y la tiene en el diagnóstico: los grupos criminales se empoderaron como nunca durante el sexenio de AMLO; se les dejó hacer, se renunció a aplicar la ley y se les entregó parte del territorio. Los resultados están a la vista de quien quiera verlos: se borró la frontera entre delincuentes y autoridad, la ley quedó en letra muerta en muchas regiones del país, y se dispararon los homicidios y extorsiones. México se convirtió en una amenaza creciente; en un riesgo de seguridad nacional para EU.
¿Qué tendría que hacer el gobierno actual? Lo que está haciendo: perseguir delincuentes, realizar detenciones y decomisos. Y una cosa más, que no es menor: coordinarse y colaborar con EU, su gobierno y agencias de seguridad. Durante el sexenio pasado no solo no hubo cooperación y coordinación en el combate al crimen, existió desconfianza hacia López Obrador y su administración. Las cosas, ahora, van cambiando.
En cuanto a migración, nuestro país no solo es un territorio de tránsito, sino expulsor de migrantes. Lo primero es generar condiciones mínimas de seguridad y empleo para que cada vez menos personas se vean obligadas a huir hacia EU, aunque ello implique jugarse la vida. México ha dejado la frontera sur abierta de par en par, sin controles. Por ahí entra cualquier cosa: drogas, armas y mercancías. Y por ahí pasa cualquier persona. Las redes de tráfico de migrantes, poderosos brazos de los cárteles del crimen organizado, lucran con el drama y operan a sus anchas. También aquí tiene razón Trump.
Desde luego no le asiste la verdad cuando criminaliza a todos los migrantes y los estigmatiza. Pero una buena parte de sus argumentos son ciertos, y se recargan en lo que México dejó hacer y no combatió. Claro, se necesita mayor eficacia, políticas públicas regionales y cooperación entre países, pero hay que hacer nuestra parte.
El castigo son los aranceles. Si el gobierno mexicano no cumple con su parte, vendrá el golpazo. Pero si se porta bien, hace lo que por obligación le corresponde, y se convierte en un dolor de cabeza menos intenso para la seguridad nacional de EU, de tal forma que sea menos redituable atizar contra México y los mexicanos ante la grada republicana, hay posibilidad para esquivar la amenaza que podría generar un caos económico aquí, y otro allá.
“Estamos listos”, ha dicho varias veces en las últimas semanas la presidenta Sheinbaum. Si lo están ella y su gobierno, este es el momento de demostrarlo. Tiempo para prepararse ha habido. Y los avisos nunca faltaron.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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