Hiel y Miel

Optimismo

El llamado en inglés Doomsday Clock fue creado en 1947 por un grupo de científicos atómicos de la Universidad de Chicago en EU. La idea, entonces y ahora

Optimismo
Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Sin asombro, pero con pesadumbre, me entero que el llamado Reloj del Fin del mundo está, a partir de esta semana, a 89 segundos del Apocalipsis. Durante dos años esta cuenta simbólica sobre la capacidad de autodestrucción de los humanos no se había movido, pero una serie de eventos lamentables ha desplazado al segundero más cerquita, un segundo más, a la sexta extinción, la nuestra, en este mundo loco en que nos ha tocado vivir.

El llamado en inglés Doomsday Clock fue creado en 1947 por un grupo de científicos atómicos de la Universidad de Chicago en EU. La idea, entonces y ahora, es poder mostrar qué tan cerca o lejos se encuentra la humanidad de conseguir la autodestrucción. ¡Y vaya que nos hemos esforzado desde entonces!

El tiempo para llegar a la medianoche representa qué tan lejos o tan cerca estamos del final. Para la medición se toman en cuenta variables sociales, atómicas o tecnológicas que juegan a favor o en contra de nuestra especie y de la existencia en general de la vida en la Tierra.

No se necesitan sesudos análisis para entender que estamos enfrentando en muchos países del mundo situaciones muy difíciles y que podrían ser fatales para nuestra especie. La invasión de Rusia a Ucrania, el eterno conflicto en Medio Oriente, la polarización mundial, el resurgimiento del racismo y la discriminación, la entronización de líderes autoritarios belicistas en diversos países, la falta de apoyo ciudadano a las democracias, la concentración del poder en manos de dictadores o dictadoras (como debe decirse ahora) y, desde luego, la llegada de un narcisista maligno como Trump a la presidencia de la primera potencia mundial, hacen que el panorama, sin ser pesimistas, se vea negro.

En nuestro planeta, dicen los expertos, se han dado cinco extinciones. La más reciente fue la de los dinosaurios, que desaparecieron de la faz de la Tierra hace 65 millones de años por un cometa de gran tamaño que se estrelló en nuestra Península de Yucatán y que estuvo cerca de acabar con toda la vida en este mundo. Afortunadamente, la vida se abrió paso contra la adversidad. Gracias a unos pequeños mamíferos, esforzados sobrevivientes, por esos mecanismos complejos y misteriosos de la evolución, estamos hoy aquí los sapiens a segundos de acabar con nuestra existencia y quizá con la de toda la vida en la Tierra.

El cambio climático, además de los populismos y gobiernos autoritarios, son los enemigos que combatir a fin de sobrevivir. El ritmo de desaparición de especies se ha ido acelerando, la emisión de contaminantes como el CO2 han aumentado, las pandemias virales son cíclicas y no estamos preparándonos para ellas. La resistencia de los gobiernos a enfrentar estos problemas que hemos generado no son buenos augurios para los ocho mil millones de habitantes de este extraordinario lugar en el que inexplicablemente existimos.

Si todos cambiamos y exigimos gobiernos responsables estamos aún a tiempo. No renunciemos al optimismo.

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

MAAZ

 

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