En pleno siglo XXI, el culto a la personalidad está vivo y bien. Las cortes monárquicas pueden haber desaparecido mayormente, con algunas más o menos simbólicas aún en activo. Pero sus sucedáneos republicanos, incluso en algunos países que presuntamente serían opuestos, están en pleno funcionamiento.
De hecho, puede ocurrir en cualquier país que tenga un Poder Ejecutivo fuerte.Y esto incluye a los Estados Unidos, que se consideran como excepcionales.
Hace unos 30 años había un grupo empeñado en que cada uno de los 3,144 condados (municipios) del país tuviera al menos un sitio -lo que fuera- nombrado en homenaje a Ronald Reagan, presidente de 1980 a 1988, un republicano al que se considera como fundamental para el triunfo estadounidense en la "Guerra Fría".
Reagan fue considerablemente popular en su tiempo y por años su modelo de conservadurismo, relativamente moderado, fue central para el partido republicano.
Hoy toca el turno a Donald Trump.
Nadie familiarizado con la política estadounidense puede ignorar el narcisismo del actual mandatario, evidente desde su época como empresario cuando buscó, y en alguna medida logró, hacer de su nombre un símbolo de lujo: hoteles y edificios Trump, aerolínea Trump, camisas Trump, casinos Trump, filetes Trump, universidad Trump...
Pero eso no basta a sus seguidores: de entrada, "un puñado de calles y autopistas que llevan el nombre de Trump son vestigios de su primer mandato en la Oficina Oval", consignó el periódico cibernético Politico.
De hecho, ya se ha propuesto tallar su rostro en el Monte Rushmore, junto a los de próceres como George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt.
Otros piden que la Zona Económica Exclusiva Marina de los Estados Unidos lleve el nombre de Trump.
El nombre de Donald Trump es el de un tramo de la supercarretera en Oklahoma y del edificio judicial de un condado de Nevada.
Y su segundo periodo apenas empieza. Podrían, sin embargo, inspirarse en México, aunque no les guste la idea.
Hace apenas unas semanas una cadena de televisión estadounidense hizo un reportaje sobre la aparentemente repudiada colonia "Cuarta Transformación", en Tultitlán, estado de México, donde "Internet para Todos" y "Justicia en Pasta de Conchos" hacían esquina. También, por un tiempo, fue posible admirar la estatua de Andrés Manuel López Obrador -el más reciente objeto de ese homenaje- en Atlacomulco, un poblado del estado de México que alguna vez fue un bastión del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
No es la primera vez que personas interesadas nombran colonias o calles con el nombre del presidente en turno. Han habido calles o colonias de Luis Echeverría y José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari. Se les han erigido estatuas, por supuesto, cuando aún estaban en el poder. Y evidentemente, esas historias son mundiales.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE
MAAZ