El breve pleito entre Colombia y Estados Unidos acerca de las condiciones en que viajaban los colombianos indocumentados deportados en aviones militares estadounidenses duró apenas unas horas, y el gobierno de Gustavo Petro debió ceder ante la presión combinada de medidas comerciales y de limitación de visados.
En el lenguaje militar estadounidense, bien podría decirse que fue "un disparo frente a la proa" (a shot across the bow) para los más rebeldes socios comerciales de Estados Unidos, y de creer a The Wall Street Journal, especialmente Canadá y México.
De acuerdo con el diario, "los ayudantes de Trump desean golpear a México y Canadá con tarifas antes de conversaciones. Hay un creciente impulso entre los consejeros del Presidente de golpear con tarifas a Canadá y México tan pronto como el sábado, contra la sabiduría convencional en Washington y en Wall Street de que daría marcha atrás de la amenaza, como ha hecho en el pasado a cambio de concesiones".
Ambos países vecinos son los principales socios comerciales de Estados Unidos y frecuentemente tienen opiniones distintas, aunque ambos, para usar una expresión de la presidenta Claudia Sheinbaum respecto a México, están obligados a mantener una buena relación con su socio, la mayor fuente de financiamiento en ambos casos.
Pero para Trump y lo que algunos ahora llaman la "Doctrina Donroe", en recuerdo de la Doctrina Monroe, una buena relación puede no ser suficiente, sino que debe estar acompañada de gestos verificables en temas que le importan al gobierno estadounidense: apoyo o ayuda significativa en migración, seguridad, narcotráfico, tal vez algunas posturas internacionales y concesiones comerciales, a cambio quizá de pasar por alto lo que Trump y los suyos consideran como excesivas "subvenciones" –léase superávit comerciales– o reducir tarifas que de entrada pueden ser deliberadamente altas.
Trump parece convencido de que la imposición de tarifas enriquecerá los cofres estadounidenses, como cree que ocurrió en la era del presidente William McKinley (1897-1901), y sus seguidores –por convicción o por conveniencia– respaldan la idea.
Pero son también un instrumento político para imponer su voluntad. Trump cree que todos los países del mundo se han aprovechado de Estados Unidos, lo que se refleja lo mismo en un reducido gasto militar que reprocha a los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o en tratados comerciales que considera como desventajosos para su país, como el acuerdo con Canadá y México (T-MEC) que su gobierno negoció hace ocho años.
A final de cuentas, el hecho es que Trump tiene el poder y el deseo de imponer tarifas comerciales como una forma de proteger a su industria o de tratar de reindustrializar al país, quizá con la idea de hacerlo autosuficiente.
Pero ni Estados Unidos ni el mundo son lo mismo que en 1900.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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@CARRENOJOSE
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