Un viaje relámpago a Panamá que lo valió todo. Salí el viernes a primera hora hacia ese país para estar presente en el homenaje que este país boxístico rindió al inmortal Roberto Manos de Piedra Durán.
Regresé a casa el sábado temprano. Ni siquiera estuve 24 horas allá, pero cada minuto valió oro en lo que fue un viaje inolvidable.
Cuando era un niño de tan sólo 12 años tuve el gran honor de representar a México en el Mundial de Beisbol de Ligas Pequeñas, el cuál se jugó nada más y nada menos que en Panamá.
Al aterrizar, los recuerdos invadieron mi mente y corazón. Nuestra selección nacional era de gran nivel, y los chilangos fuimos pocos, entre ellos, mi gran amigo Félix Aguirre, quien es ahora el director del Estadio Azteca. Quedamos en cuarto lugar detrás de Colombia, Dominicana y el campeón, Venezuela.
Mi mamá viajó conmigo, solamente un par más fueron; obviamente se burlaban de mí los compañeros de equipo, pero se les olvidó todo cuando doña Martha invitó a todo el equipo a un comidón en un restaurante mexicano en Panamá.
Mi papá llegó a la mitad del torneo, y estuvo presente en dos juegos. Mi mejor actuación fue contra Costa Rica, precisamente, estando él allá. Llegó a la tribuna acompañado de Yamil Chade y del gran promotor panameño, Luis Espada, así como otras personas del boxeo que no creían que ahí estaba en la tribuna don José.
Nos tocó jugar la semifinal contra Panamá. Imagínense con un estadio lleno, gran presión, mi papá en la tribuna, y luego llegó Durán, Hilario Zapata, Enrique Pinder, y otros campeones a acompañarlo.
Ese día me dejó marcado para siempre; una de las lecciones más fuertes en mi vida. Tuvimos un maravilloso juego, vencimos al de casa en contra de todas las expectativas, ganamos 8-0, y a mí me dejaron en la banca todo el juego. Ni siquiera una oportunidad como bateador emergente, nada.
Volteaba con angustia y vergüenza a la tribuna a ver a mi papá, y al terminar el partido corrió hacia mí; yo no lo quería ver a la cara. Él me levantó y me abrazó, me felicitó y me hizo sentir como si hubiera bateado el homerun del gane en la Serie Mundial… ¿Por qué el manager de Mexicali, La Colorada Sánchez me humilló así? Nunca lo sabré, pero ese día logré entender el valor del trabajo en equipo, el dejar el ego enterrado y olvidar el protagonismo y la presunción; ese día gané a un estando en la banca y México avanzó a las finales.
Panamá es un gran país, el boxeo es de gran popularidad y Roberto Durán es un Dios en su patria. ¡Qué maravilla ser reconocido en vida!
Al llegar al estadio, la arena tradicional de boxeo, fue mi primera nota de atención… Estadio Roberto Durán. Imagínense tener un recinto a tu nombre... El público se dio cita para disfrutar una muy buena velada boxística con peleas internacionales. Fue el debut de los hijos de Durán como promotores, Brambi Promotions, y lo hicieron muy bien.
En el momento del homenaje, Durán se fue a los vestidores, y regresó como si fuera hacia el ring a pelear. Encima de su smoking llevaba puesta una hermosísima bata de boxeo, que fue un regalo que el WBC le dio; esta bata fue elaborada por La Chacala Valverde, y es una joya.
Durán recorrió todo el piso saludando a los aficionados, así como la vuelta olímpica en los estadios, bajo la música, luces y efectos especiales; hasta que finalmente subió al ring, mirando con alegría y lágrimas de lo que estaba sucediendo. Se dieron algunos discursos y premios. A mí me tocó hacerle entrega de un cinturón conmemorativo, la nueva edición WBC para reconocer los méritos de campeones legendarios. Un fajín hermoso con esmeraldas, y la leyenda My blood is green and my heart is gold.
Los grandes del deporte tienen algunas cosas en común, y logré testificar más que nunca la grandeza de Durán. No negó ni una fotografía, dio todos los autógrafos que se le pedían; llegó temprano y fue el último en retirarse. Tendió la mano a quien se le acercó e hizo sentir especial a todo quien lo saludó y abrazó. ¡Qué viva por siempre Roberto Manos de Piedra Durán!
Tuve la oportunidad de reunirme con miembros de la Junta de Gobierno del WBC, Alberto Guerra y Jimmy Salas, en la que llegamos a tremendas conclusiones para activar Panamá en 2025. Estaremos haciendo una jornada WBC Cares en conjunto con Pan Deporte.
También acordamos la cumbre del boxeo latinoamericano en México, donde, además, de acuerdos boxísticos, haremos un homenaje a los grandes de pantalón largo.
Uno de mis restaurantes favoritos de todo el mundo es La Casa del Marisco, en Panamá. Ahí disfruté del famoso cangrejo centollo, en compañía de Daniel Alonso, un gran conversador e historiador de boxeo y leal compañero de mi querido Juan Carlos Tapia, quien justo está festejando los 50 años del programa Lo mejor del boxeo.
¿SABÍAS QUE...?
Joe Cortez fue el réferi de la última hazaña de Roberto Durán, esa noche en la que venció a Iran Barkley, quien había noqueado a Tommy Hearns. Joe se dio cita en Panamá junto con su esposa Sylvia para ser parte de este emotivo homenaje.
Anécdota de hoy
En 1980, Sugar Ray Leonard era la máxima estrella del boxeo mundial, campeón WBC peso welter. Roberto Durán dejó el campeonato ligero para buscar el welter.
Cuando ya estaba todo listo para Leonard vs. Durán, la WBA intentó hacer un movimiento y llevarse a Durán a su organismo y pelear contra Pipino Cuevas…
“Cuando me enteré de esa trampa que estaban tratando de hacer, tomé el teléfono y llamé al General Torrijos, de Panamá, para explicarle cómo querían quitarle la gloria a Durán. El general me pidió llamarle al día siguiente…”. Con una llamada al dirigente panameño que se había metido en esta maquinación, y en minutos se anunció que la WBA se hacía a un lado. Durán llegó a Montreal, y se ganó el amor de la gente, intimidó a Leonard donde sea que lo veía, y arriba del ring le arrebató el campeonato en una de las más grandes peleas de la historia. “Ese Durán sí que era un gran peleador”, nos contó don José, con una sonrisa de orgullo y satisfacción.
POR MAURICIO SULAIMÁN
PRESIDENTE DEL CMB
@WBCMORO
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