ÁNGEL GUARDIÁN

Nearshoring: Texas no es némesis de México

La oficina de Desarrollo Económico y Turismo de Texas dice que no tienen diseñada, planeada o contemplada una campaña de atracción de inversiones con el concepto de Nearshoring. Lo que sí buscan es promover al estado como un destino estable para la manufactura.

Nearshoring: Texas no es némesis de México
Foto: El Heraldo de México

En días recientes se detonó una polémica por una supuesta arremetida del gobierno de Texas para “ganarle” a México en un terreno que puede tener enorme rentabilidad económica: la relocalización de empresas, una práctica mejor conocida como Nearshoring.

Pero lo cierto es que esas versiones no son sino variación de la cantaleta un poco paranoica de ‘Pedro y el lobo’, o ’The Boy Who Cried Wolf’, la fábula de Ésopo.

En diversas publicaciones de este lado del Río Bravo se especuló con que algunas situaciones a nivel nacional estarían llevando al gobernador texano Greg Abbott a lanzar una campaña para atraer a su estado inversiones que estarían destinadas a México dentro de las prácticas del Nearshoring.

En una consulta a la oficina de Desarrollo Económico y Turismo del estado de Texas, que dirige Adriana Cruz, respondieron que no tienen diseñada, planeada o contemplada una campaña de atracción de inversiones con el concepto de Nearshoring en mente. Lo que esta oficina hace, dicen, es promover al estado como un destino estable para la manufactura en industrias de alta especialidad y tecnología de punta.

Ese plan ha llevado a Abbott a visitar países como Corea del Sur, Japón y Alemania, entre otros, para posicionar a su entidad como un polo de desarrollo con alta integración con estados aledaños y con so socio y vecino, México.

Asimismo, se indica que pocos estados del país del norte tienen una relación tan intensa, cercana y compleja con México como Texas.

Entre México y Texas, por ejemplo, el intercambio comercial supera la balanza binacional de casi todos los mercados nacionales en el mundo. En 2013, entre el estado gringo y México se generaron casi 275 mil millones de dólares (MDD) en exportaciones e importaciones. En esta relación, México es superavitario ya que compró bienes por casi 130 mil MDD y vendió a Texas casi 143 mil MDD, un saldo a favor de 13 mil MDD.

La relación comercial entre estos dos mercados representa a la vez casi el 35% del intercambio entre EEUU y México, de casi 800,000 MDD en 2023, con un superávit para nuestro país de más de 152 mil MDD.

Cabe destacar que, como dice en un reporte la Asociación de Negocios de Texas (TAB, por sus siglas en inglés), el 81% de todos los bienes que se originan en México y tienen como destino EEUU pasa a través de puertos, autopistas y ferrocarriles texanos.

Glenn Hamer, presidente de TAB, es de los ejecutivos texanos que se ha dedicado a tender puentes que incrementen todavía más el comercio entre su estado y México. “Hay que acelerar las arterias del comercio, nada es más importante”, dijo Hamer. El ejecutivo saludó recientemente la consolidación de México como el principal socio comercial de EEUU. “Eso es una gran noticia”, dijo Hammer. “Creo que todos acá estamos de acuerdo en que preferimos ver a México como nuestro mayor socio comercial que China. Toda la comunidad empresarial texana apoya esto y vamos a hacer todo lo posible para mejorar los puentes comunicantes que permitan esto”.

Obviamente entre los texanos, como con muchos más en ambos países, hay un interés porque el comercio pueda fluir de una mejor manera. Lo que preocupa a inversionistas y observadores al norte, así como sus voceros aquí, como el embajador Ken Salazar o los ejecutivos aglutinados en torno a la AmCham y otros grupos, son cuestiones como el estado de derecho, la infraestructura y la fortaleza de las instituciones.

En este caso, las recientes tiradas de estos personajes en contra de la reforma al poder judicial de México (un capricho de la gestión que se va y que continuará la nueva administración), se podrían ver como una opinión y no como una advertencia.

MUSK, EMBAJADOR DE SÍ MISMO

La relación entre México y Texas incluye más que el comercio. Por décadas, las familias a ambos lados de la frontera se visitan entre sí y aunque hay un muro que abarca cientos de kilómetros, ni eso divide esta dinámica.

Con Abbott, se ha llegado a mucha tensión por el apoyo total que ha dado a la candidatura de Donald Trump, quien ve en el gobernador a uno de sus más fuertes adláteres en su campaña para regresar a la Casa Blanca.

Otro aliado ‘oficioso’, tanto de Trump como de Abbott es Elon Musk. El multimillonario dueño de Tesla, SpaceX y X quiere hacer de Texas el hub de todos sus negocios y apoya las políticas comerciales y de inmigración que promueven estos personajes.

Sin embargo, Musk no ha llegado al extremo de exigir cuentas a México. Su mayor ‘afrenta’ contra el país ha sido cancelar —o posponer— la tan cacareada inversión por 5 mil millones de dólares para montar una gigafábrica en Nuevo León.

Pero lo que sí es tangible es el volumen de negocio que Musk obtiene en México con Starlink, la división de internet satelital de SpaceX.

Si lo que dice el Instituto Federal de Telecomunicaciones es cierto, Starlink tiene 150 mil clientes en México, los cuales pagan, en su mayoría, unos 1,049 pesos al mes por el servicio de internet satelital de alta velocidad. Eso representa un negocio mensual de más de 157 millones. Al año, la empresa de Musk obtiene, en aritmética simple, más de 1,888 millones de pesos. Eso sin contar los 3,500 pesos (en campañas de oferta) que cuesta cada equipo de Starlink, es decir 525 millones de pesos a las alforjas del neo-texano.

Con las cifras del intercambio comercial, y lo que gana en sólo un negocio el promotor favorito de Abbott y Trump, sería impensable mover la aguja de las relaciones de negocios entre Texas y México.

Alejandro Ángeles

TWITTER: @alex_angeles

 

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