DESDE AFUERA

¿Ganar el voto y perder la elección?

El resultado es un Colegio Electoral que desde 2000 ha favorecido en dos ocasiones a los perdedores del voto popular

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El aparente segundo intento de atentado contra el expresidente y aspirante presidencial republicano Donald Trump, tanto como la secuela de su debate hace apenas una semana con la vicepresidenta Kamala Harris, candidata demócrata, ponen de relieve la división reinante en Estados Unidos. Y la fractura no es solo entre izquierda y derecha, sino que cada sector tiene sus propias complicaciones.

El presunto protagonista del frustrado ataque contra Trump, Ryan Wesley Routh, está lejos de ser un demócrata o izquierdista. Más bien, parece un derechista políticamente frustrado. El primer atacante de Trump, Thomas Matthew Crooks, tampoco parecía tener inclinaciones demócratas.

Fue muerto tras dispararle a Trump el 13 de julio durante un mitin en Pensilvania. Esta vez no hubo disparos contra el aspirante, pero la prensa estadounidense presentó el incidente como un intento de asesinato, y comenzó a especular sobre su posible impacto en la campaña presidencial en desarrollo.

La principal duda se refiere a la posibilidad de que corte el aparente impulso logrado por la candidata demócrata luego de un debate que la benefició.

Para medios tradicionales y liberales, Harris ganó el debate y exhibió las carencias y las exageraciones de un Trump literalmente desatado.

Pero para la prensa y las redes conservadoras, Harris evitó o no pudo responder a planteamientos de Trump sobre la economía y la 'invasión' de migrantes, sin importar que sus afirmaciones fueron abiertamente falsas.

Bienvenidos al país donde el estancamiento político es la regla hace ya más de una década y que un destacado analista describe como 'ingobernable'.

De acuerdo con Bill Schneider, catedrático retirado de la Universidad de George Mason, Estados Unidos se encuentran políticamente en un literal punto muerto, divididos entre "una vieja América conservadora, blanca, masculina, religiosa, mayor y rural, y una nueva América progresista y compuesta por afroamericanos, jóvenes, mujeres trabajadoras, homosexuales, inmigrantes, profesionales educados y no religiosos”.

La polarización entre ambos bloques parece sin precedente desde la Guerra Civil de 1861-65. Según la descripción del analista, los tradicionalistas llevan ventajas.

Han logrado  frustrar la revolución política que muchos creían inevitable dada la forma en que los votantes de la nueva América están reconfigurando la demografía política del país.

En un reciente artículo John Kenneth Waite, profesor de la Universidad Católica de América, apuntó que “los estados rojos dan a los republicanos ventajas en el Congreso, especialmente en el Senado, mientras que las legislaturas estatales y los gobernadores controlados por los republicanos trabajan para mantener al mínimo los escaños demócratas en la Cámara de Representantes”.

El resultado es un Colegio Electoral que desde  2000 ha favorecido en dos ocasiones a los perdedores del voto popular y profundizado la división política. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                    

@CARRENOJOSE

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