COLUMNA INVITADA

Ante las puertas de la ley

Jacques Derrida en “Prejuicio. Una lectura de Kafka y Ante la ley”, retoma el relato de Kafka en el que señala que ante la ley se yergue un portero y cuando un campesino pide entrar

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Hoy es una realidad la reforma judicial, si bien la historia aún no termina, faltan muchas cosas por delante. No dudo que habrá intenciones de impugnar la reforma, impactos en el ámbito económico y en las relaciones internacionales, inquietud en la entrega de estafeta a la nueva administración, quebraderos de cabeza y ocurrencias en la implementación de la reforma a nivel de leyes secundarias y del proceso electoral de 2025. En suma, una agenda de pendientes en los que el tiempo y la mesura no son recomendables y la posibilidad de hacer las cosas al vapor –porque la prisa es innegable– parece ser el sello que la distingue.

Si bien todo es apremiante, la preocupación mayor debe ser que no se cierren las puertas de la justicia y el derecho a ninguna persona, con ello me refiero a que se debe velar por un acceso irrestricto a la justicia a todos; que se aseguren que las próximas personas juzgadoras protejan los derechos fundamentales de cada persona, sin importar sean afines o contrarios a un partido político, sin distingos de corrientes ideológicas, si pertenecen a una mayoría o sean de la minoría. En suma, que cuando resuelvan incluso protejan las causas que pueden ser impopulares.

 Jacques Derrida en “Prejuicio. Una lectura de Kafka y Ante la ley”, retoma el relato de Kafka en el que señala que ante la ley se yergue un portero y cuando un campesino pide entrar, aquél le dice que no puede concederle la entrada por ahora, sólo le refiere que es posible que, en un futuro, pero por ahora no.

El campesino se inclina a mirar hacia el interior, a lo que el portero, riendo, le dice que él es poderoso y que, si intenta entrar a pesar de su prohibición, se dará cuenta sólo es el portero más bajo, pero de sala en sala hay porteros, uno más poderoso que el otro.

El hombre de campo no esperaba tales dificultades, piensa que la ley debería ser accesible para todos, en todo momento. Después de muchos intentos por entrar, y al pasar de los años, el campesino sabe que no vivirá por mucho tiempo, y pregunta si todo el mundo se esfuerza por cumplir la ley ¿por qué en todos estos años nadie más ha exigido el ingreso? El portero se da cuenta que el hombre ya está al límite de sus fuerzas y le dice: “nadie más podría entrar aquí, pues esta entrada estaba destinada sólo a ti. Iré a cerrarla ahora”.

Jaques Derrida, le da muchas interpretaciones a lo escrito por Kafka, lo importante, con las que nos deberíamos de quedar, es que, si bien el sistema de justicia que teníamos no era perfecto, siempre propugnó para que toda persona tuviera no sólo una puerta exclusiva ante la ley, sino una puerta en que todos pudieran acceder.

De ahí que hoy existan sentencias en que se obligó a la autoridades a mejorar la prestación del servicio de salud; que se entregaran medicamentos y vacunas; que toda persona fuera respetada su orientación sexual; que se asegurará el derecho a la verdad en los crímenes del pasado; que toda persona tuviera derecho a una defensa material; que los migrantes tuvieran los mínimos derechos; se prohibieran las cláusulas abusivas en contratos mercantiles; se nulifiquen contratos que privilegien el patriarcado; entre muchas otras.

Sea lo que venga con la reforma, propugnemos siempre que las próximas personas juzgadoras (los nuevos porteros) abran las puertas de la ley a quien busque justicia y no se limiten a construir puertas exclusivas que permanezcan cerradas.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA CARRANCÁ
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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