Tras la molestia generalizada del más reciente fracaso de la Selección Mexicana de fútbol, es oportuno colocar la discusión partiendo del hecho de que olvidamos que el fútbol es, ante todo, un espectáculo. Toda liga y torneo profesional tienen como objetivo principal generar ingresos, y la Liga MX no es la excepción. En 2023, la liga de futbol profesional mexicana se valuó en 2,500 millones de dólares, reflejando un crecimiento del 213% en los últimos años.
A pesar de las críticas sobre los resultados deportivos, los ingresos y el avance del modelo económico de la Liga MX son innegables: en 2017 generaba 555 millones de dólares, ocupando el puesto 15 a nivel mundial, y para 2023 alcanzó los 882 millones, posicionándose en el lugar 13 entre las ligas de todo el deporte profesional.
Hablando de la Selección Mexicana de Fútbol, nos encontramos con un problema que no se basa en la falta de talento, sino en un modelo económico deportivo que podría fomentar el estancamiento a pesar de que nuestra Selección ocupa el puesto 15 en el ranking de la FIFA, sus promedios de sueldos están en el lugar 12, sólo superado por Brasil en el continente. Las nóminas de los equipos de la Liga MX son altas, con Tigres, América y Monterrey encabezando la lista con sueldos multimillonarios.
Las grandes estrellas del fútbol mexicano forman parte del 1% más rico del país y con esos sueldos los jugadores pueden asegurar su futuro financiero y el de sus familias en tan solo unos años, algo que no podrían lograr en Europa con su nivel actual. En México, un jugador puede ganar desde 200 mil dólares anuales jugando menos de 40 partidos al año, mientras que en Europa la exigencia es mucho mayor y la paga considerablemente menor.
La sobrevaloración del precio de los jugadores mexicanos destacados en la Liga MX va en sintonía con la alta demanda de espacios para jugadores extranjeros y a la constante búsqueda de talentos nacionales por parte de equipos como las Chivas de Guadalajara. Este efecto podría crear un ecosistema donde los jugadores se empantanan en la liga local y el valor inflado de mercado provoca el desinterés de ser contratados por parte de clubes en el extranjero. El fútbol mexicano produce jugadores principalmente para su propio consumo, lo cual limita las oportunidades de competir a nivel internacional.
El estancamiento de los jugadores mexicanos en su propia liga refleja el nivel de exigencia y resultados de la Selección Mexicana, que no alcanza un nivel constante y por consecuencia le cuesta conseguir buenos resultados en la cancha. Con patrocinios de grandes cifras y sin la necesidad de jugar eliminatorias para el mundial, la selección mexicana se encuentra en su menor estado de exigencia de las últimas décadas.
El futbolista mexicano se ha acostumbrado a un nivel bajo de exigencia, partiendo que sin importar que su equipo arrastre pésimos resultados temporada tras temporada, sus ingresos no se verán afectados, ni mucho menos le preocupa la posibilidad del descenso de su equipo a la segunda división o luchar por ascender a su equipo a la máxima competencia nacional.
De igual forma los jugadores sienten que no están obligados a ganar, sin embargo, tienen una buena justificación. Incluso un jugador que no se formó en México sabe que hay una red de seguridad esperándolo en México. Giovanni Dos Santos llegó al Tottenham al mismo tiempo que Luka Modric. Uno podía darse el lujo de fracasar y el otro no. Todos conocemos el resto de la historia.
En contraste en Estados Unidos se le ha invertido significativamente a la MLS para desplazar a la Liga MX como la liga de fútbol profesional más competitiva de la CONCACAF. La MLS vende a jugadores locales muy baratos, evitando que se conformen con lo que ofrece la liga local.
Este modelo es similar al de Brasil y Argentina, quienes son los principales exportadores de futbolistas latinoamericanos, invirtiendo en encontrar talento joven e impulsando su migración a tierras europeas desde temprana edad. Este enfoque mantiene a los jugadores en constante mejora y competitividad. Hablando de resultados en la cancha, fueron eliminados en fase de grupos de la Copa América 2024 al igual que la Selección Mexicana.
La situación poco prometedora en cuanto al equipo representativo nacional no es exclusiva de México; otro ejemplo de señalamientos es la selección alemana de fútbol. Después de ganar la Copa del Mundo en 2014, han sido eliminados en la primera ronda tanto en el Mundial de Fútbol del 2018 como del 2022 y recientemente eliminados de la Eurocopa 2024.
La construcción de un proyecto futbolístico radicado en un equipo representativo no es una tarea sencilla, sino todo lo contrario; la consolidación de una nueva generación de jugadores exige tiempo, interés y compromiso de todos los actores inmersos en el fútbol de un país incluyendo a los medios de comunicación y expertos comunicadores.
La Liga MX y la Selección Nacional deben buscar un equilibrio entre ser un modelo de negocio exitoso y promover un desarrollo deportivo real, que fomente la competencia y eleve el nivel del futbol mexicano en todos los aspectos. Es momento de replantearnos el camino que nos queda hacia la próxima edición del mundial de la que seremos anfitriones por tercera ocasión.
A pesar de la ausencia de resultados positivos en la última década, no todo está perdido en nuestro futbol. Se debe entender que el negocio y el lucro dentro del deporte no está peleado con buscar mejores resultados desde el planteamiento de un proyecto innovador y sostenible que se entienda como una democratización del futbol mexicano.
POR FRANCISCO VALLEJO GIL
COLABORADOR
@FVALLEJOGIL
MAAZ