El PRI ya se murió. Lo que vemos ahora es su funeral, y el camino al entierro. ‘Alito’ trae la pala para seguir cavando; él será el sepulturero. Alejandro Moreno acabó con el partido que buscará dirigir hasta 2032, cuando quizá ya no hay ni partido que dirigir.
Pero el tricolor no es el único partido en vías de extinción. Sí el PAN no acusa de recibido, da un giro en su trayectoria y sigue el camino que los priistas tomaron hace seis años, tras el descalabro de 2018, también estarán condenados a la extinción.
Y es que el PRI no se murió el domingo dos de junio de este año, sino en los comicios presidenciales en los que ganó López Obrador. A partir de entonces, todo fue caer. En seis años se desdibujaron y se volvieron irrelevantes. De gobernar una docena de entidades, hoy solo son gobierno en dos. De ocupar la Presidencia -con Peña Nieto-, a quedar en cuarto lugar en la contienda, donde incluso MC obtuvo más votos. El tricolor no alcanzó ni seis millones de sufragios en los comicios presidenciales, y en el terreno legislativo tendrá su grupo parlamentario más raquítico en la historia: 40 diputados si les va bien en San Lázaro.
Algo similar ocurre con el PAN. El dos de junio pasado entró en terapia intensiva y si no hay un cambio drástico podrían sufrir la misma suerte que sus aliados, dentro de seis años.
Los panistas cerrarán el año gobernando apenas cuatro entidades, su presencia en el Congreso no alcanzará para detener ninguna reforma Constitucional y su dirigente nacional se ha convertido en aprendiz de las viejas prácticas priistas.
Marko Cortés replica a ‘Alito’ en cuanto puede. Pese a la estrepitosa derrota, tampoco dejó la dirigencia, y por el contrario busca transferirla en una negociación que le asegure poder a su grupo político.
Auto colocado, igual que el priista, en el primer lugar de la lista plurinominal al Senado, se aseguró una posición de privilegio. Él, corresponsable del fracaso electoral que dejó a su alianza 32 puntos detrás de la puntera, ¿querrá coordinar a su partido ahora en la cámara alta? Sin duda lo intentará, y quizá lo consiga, porque la designación del próximo coordinador será facultad del nuevo dirigente nacional, y ahí el acuerdo es claro: Jorge Romero, coordinador de los diputados panistas ocupará esa silla.
A Romero el acuerdo cupular le alcanzará para hacerse de la dirigencia y administrar un partido que está en la lona. ¿Para qué dirigirlo? ¿Para que los mismos grupos repartan posiciones, candidaturas y recursos entre las mismas personas? ¿Entre aquellos que llevaron al panismo al desdibujamiento ideológico de la mano del PRI y PRD, y que ahora lucrarán con la franquicia? ¿Qué ofrece de diferente? ¿Qué puede hacer realmente distinto?
Si los panistas no se miran en el espejo del PRI, su fecha de defunción podría ser 2024, y lo que venga después será solo crónica de un anunciado adiós.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
@MLOPEZSANMARTIN
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